Capítulo 27

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Sigo a mi padre hasta la camioneta y ambos nos silenciamos en el camino; nos parecemos mucho en esto de que nuestras mentes maquinen demasiado como para no pronunciar palabra.
Estoy demasiado nerviosa, tanto así que termino por desviar la mirada hacia la ventana y contener las náuseas. Tal vez estoy cometiendo una verdadera locura, ¿quién diría que me subiría a voluntad en este vehículo y compartiría espacio con Hideto mientras nos dirigimos a visitar a un mafioso, que además es su amigo?
Y me pone más nerviosa aún el llevar drogas en mi poder.

Cuando llegamos a destino, continuamos igual de callados y salimos del coche. Hideto toma su teléfono y hace una llamada. Su voz tan sobria y contundente me pone la piel de gallina, suena cono un mafioso más y me incomoda.

—¿Kaz? No es momento de recordar viejos tiempos —sisea y resopla—. ¿Estás en el bar o tienes que mover el culo hasta aquí?... De acuerdo, nos vemos adentro.

Hideto me hace una seña para que le siga y voy tras él, abrazando mi mochila como si mi vida dependiera de ello. El bar tiene un cartel enorme y parecido al que hay en el Sweet Lemon, la diferencia con este es la manera en que sus luces cambian y su nombre: Deep Red Night Club.
Por dentro es tan elegante que me quedo boquiabierta, todo está repleto de gente, pero aún se puede apreciar la belleza del espacio... Incluso sabiendo todo lo que ocurre aquí dentro.

Nos acercamos a un hombre de lentes oscuros y Hideto lo saluda. Hablan sobre algo mientras caminamos entre las mesas hasta llegar a una puerta, la cual conecta a un amplio pasillo y a otra puerta al fondo.
Anonadada, miro el enorme espacio de aquella oficina a la que entramos. Me atrae lo maravillosas que se ven las pinturas impresionistas en las paredes y la iluminación.

—¿Arly?

El nombrado siquiera voltea a ver. Esta frente al ventanal, con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Es moreno y lleva el cabello bastante largo, recogido en un moño desarreglado. También lleva tatuajes. Muchos.

—Puedo sentir un perfume de Chanel —sisea con voz grave y cortante—. Te dije que no hay más puestos, Kaz.

—Lo que hay aquí va a interesarte, lo aseguro.

El hombre voltea y me mira. Los ojos fríos e indiferentes, descarados, me asustan como la mierda. Luego pasa la mirada hacia Hideto y se le escapa una sonrisa confusa. Ambos se saludan con confianza y le ofrece una copa, la cual mi padre rechaza con amabilidad.

—Entonces... ¿Quién es y qué hace aquí? —le pregunta y me señala con un movimiento de su cabeza.

—Es mi hija —responde Hideto.

Al hombre se le endurece la mirada.

—¿Y por qué traes a tu hija aquí? Se nota que no le falta nada; estás chalado si crees que voy a contratarla porque sí. Va contra todas mis reglas.

—Tengo información importante —informo y me siento sin ser invitada.

Arly levanta una ceja ante mi repentino ataque de valentía. Dios mío, no debería sentirme nerviosa. Necesito ser fuerte, mostrar que nada ni nadie puede contra mí. Necesito esta maldita fachada de fortaleza, sino esto será un fracaso.
Asiente y hace una seña para que los demás se sienten también.

—Espero no me hagas perder el tiempo, cariño —dice con una mueca—. Habla.

—Es sobre Hana Shiroyama y algo que puede terminar con tu negocio.

—Bueno, adelante —me anima a seguir, sin embargo parece exasperado y ansioso.

—Quiero algo a cambio —me cruzo de brazos—. Ustedes necesitan algo de mí y yo necesito algo de ustedes —digo, y el tipo mira a mi padre con interrogación, pero luego asiente hacia mí para que prosiga—. Quiero protección.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now