Capítulo 25

1.6K 151 48
                                    

Cuando despierto, me encuentro con que Yuu ya se ha marchado.
Recuerdo que me dejó un beso, los párpados me pesaban y me quedé dormida al instante en que lo vi salir por la ventana.
Hoy me siento un poco más animada que en estos últimos días, así que me voy directo a clases. He lidiado con Uruha y Ruki persiguiéndome e intentando que cuente la verdad sobre mi repentina desaparición, pero sé que confesar solo provocará más desastres. Espero que hoy me dejen en paz y se traguen de una vez el cuento de la enfermedad contagiosa que ha inventado Kai.

Al entrar al salón, me encuentro una imagen bastante incómoda de Kigari hablando con Reita.

—Mickaellie —saluda Reita, haciendo señas para que me acerque—. Hay una fiesta esta noche, ¿vienes?

Lanzo una mirada rápida a la rubia que ahora me sonríe. Sé que Kigari no es mala, tal vez me he convencido de eso el día que me salvó de la estampida de alumnos que intentaban escapar de los disparos.

—No puedo, tengo planes —sonrío a ambos y alboroto el cabello de mi amigo al pasar por su lado—. Tal vez la próxima.

—Qué lástima, estaremos todos —murmura ella—. Ah, el profesor Yuu dijo que tampoco iría, ¿no es curioso?

La manera en que lo dice me pone tensa. Al parecer aún sigue con esa no tan errada idea de Yuu y yo, pero asiento a su pregunta aunque no fue dirigida hacia mí. Kigari levanta una ceja esperando por una explicación y Reita parece ajeno a nuestro intercambio de miradas.

—Mi madre le ha invitado a cenar. He tenido algunos problemas de salud este último tiempo —indico, señalando mi cabeza sin expresión alguna.

—¿Quieres hablar de ello? —me pregunta Reita, preocupado.

—No es nada, tranquilo —pretendo seguir de largo hasta mi lugar—, mi padre ha vuelto, eso es todo.

No volteo luego de soltar la bomba. La verdad no tengo idea de cómo se lo ha tomado, de todas formas no me importa, tengo mis propios problemas como para añadir la preocupación acerca de Reita reaccionando al regreso de mi padre.
Ruki y Uruha me saludan cuando me siento, y minutos después, frente a la clase se halla el hombre que ha dormido en mi cama. El hombre al que deseo mirar hasta dormir y besar al despertar.
Conectamos las miradas un segundo y es suficiente para saber que está pensando exactamente lo mismo; sonríe imperceptiblemente y saluda a todos en general, actuando como si no se hubiese colado en mi habitación durante la noche.
Yuu reparte unas hojas a toda la clase y al llegar a mi lugar, siento que me cuesta respirar. Es difícil mantenerme tranquila cuando él deja la hoja en mi pupitre y roza mi mano significativamente.

—El texto que leerán a continuación contiene un divertido juego de palabras, pero no soy yo quien deba explicar a qué se refiere —dice, volviendo frente a la clase y levantando una de las hojas—. Desarrollen todas las variables posibles. Las interpretaciones más completas tendrán puntos extra en la calificación final —mira el reloj de su muñeca y levanta la cabeza con una suave sonrisa—. Pueden comenzar, tienen hasta el final de la clase.

Se lo nota de buen humor y me encanta.
Comienzo a leer y luego me sumerjo en la escritura. No sé cuánto tiempo pasa y qué hay a mi alrededor; sé que estoy en mi mundo y solo vuelvo a la realidad cuando su perfume se siente cerca y altera mis sentidos, como si me sintiera atraída a él.
Levanto la vista y Yuu me tiende la mano, arqueando las cejas un poco sorprendido. A mi alrededor, mis compañeros ya se están retirando.

—¿Está usted esforzándose por la calificación extra?

—Lo siento, no me di cuenta —siseo y le doy mis hojas, y una vez más, él roza mis manos.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin