Capítulo 10

1.8K 150 20
                                    

El ruido del móvil me hace doler horrores la cabeza. Es que es tan familiar el dolor, que ni siquiera puedo quejarme. ¿Es raro que me haya acostumbrado a llorar hasta dormir y llorar al despertar? Imagínate la rutina desde que tenía seis años.

Miro la pantalla y la luz logra cegarme; a pesar de no ver, calculo que han pasado varios días y no me importa. Ni siquiera sé si es de noche, porque tengo las persianas bien cerradas y he dejado la puerta con llave, lo cual me separa del mundo exterior.
Hoy es uno de esos días en donde las pesadillas desaparecen. La verdad es que si hubiera despertado por las pesadillas, no podría sobrevivir.

La hora marca la una de la madrugada. El ícono de un nuevo mensaje junto con el de llamada perdida son moneda corriente en estos días. Desbloqueo la pantalla y veo el listado de llamadas, que son casi todas de Reita y los chicos. Me siento un poco culpable, sé que están preocupados, pero no tengo ánimos para salir. Si lo hago, será para ir a alguna fiesta a emborracharme como solía hacerlo antes. Es un poco paradójico que lo diga, pero no quiero caer en eso otra vez, a pesar de que ahora estoy cayendo en el círculo vicioso del encierro.

Leo los mensajes que me han dejado desde hace días, pero no los respondo. Estoy decepcionada de no recibir ni siquiera un mensaje de Yuu, a pesar de que he borrado su número. Supongo que ya le habrá dicho a mi madre desde hace cuánto no voy a terapia. Probablemente por eso ella apareció hace unas horas atrás a gritar mi nombre y aporrear la puerta.
Paso a leer los mensajes del grupo que tengo con Uruha y Ruki. Somos apenas tres pero siempre es como si escribieran mil personas. Bueno, casi siempre, sin contar estos días donde he desaparecido de absolutamente todos lados.


Uruha: "Todos tenemos problemas y sin embargo no nos escondemos. ¿Es que te ha tragado la tierra, Mickaellie? ¿Puedes decirnos si estás viva al menos?"

Ruki: "Si estás viva, ¿puedes explicar qué pasó?"

Uruha: "Por si te importa, Yuu está hecho un desastre, y no hablo metafóricamente. Creemos que tienes algo que ver... Porque ya sabemos que se gustan, no saben disimular"


Está hecho un desastre... ¿Será por mí? Saber eso me da una sensación de calidez reconfortante, tal vez sea por el hecho de que no soy la única idiota que se siente mal aquí.
Tomo varias respiraciones, siento que el corazón me va a mil por segundo; y aunque me he planteado desaparecer por un buen tiempo, no puedo seguir ignorando a mis amigos.


Tú: "Hola chicos, estoy bien. No tengo nada que ver, hace tiempo no hablo con él."


Uruha me responde al instante y me suelta miles de maldiciones y agradecimientos por haber respondido. Ruki me bombardea a preguntas y, como la vengativa que soy, no le respondo ninguna. Siempre hay un buen momento para vengarse, nunca olvidaré que me ignoró por completo el día en que Yuu llegó como nuestro nuevo profesor al instituto y no fue capaz de contármelo.

Dejo el móvil en la cama y oigo a mi madre golpeando la puerta, a grito de guerra, cómo no. Está obsesionada con sacarme de aquí y hacer que coma algo, pero no va a conseguirlo. Estoy decidida a seguir unas semanas más aquí dentro.
No es que me haya afectado demasiado el hecho de ver a Yuu besándose con Kigari, sino que no me siento preparada. Necesito tocar fondo antes de salir a la superficie, así es como mi vida funciona... Triste pero cierto.
No hay nada más deprimente que intentar convencerse a una misma de que todo está bien. Lo he hecho antes, y siempre es así: Algo va mal, me encierro, intento pensar que todo pasará, y termino hundiéndome cada vez más.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now