Capítulo 7

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Odio los hospitales. Odio las paredes sobrias, los sonidos y el olor que los caracterizan. Si de mí dependiera, entraría a un hospital sólo en caso de extrema emergencia, pero a Reita no se le ocurrió mejor idea que traerme aquí.
Cuando mi ataque está aparentemente controlado, el doctor me regaña por mi borrachera y me envía a casa, indicándome una semana de reposo. Por fin puedo pasar una semana encerrada y con una buena excusa, sin embargo mi madre está demasiado enfadada y pendiente de mí y le pide a Reita que no me deje sola en ningún momento, por lo que mi semana de descanso se vuelve algo completamente irritante.

Luego de una semana a pura televisión, música, Lay's, y agua para desintoxicarme de la bebida, retomo mis actividades. Y retomar actividades significa ir al instituto y al consultorio de Yuu Shiroyama. Hace una semana que no lo veo, pero me intento convencer de que es lo mejor. Ese hombre me altera de maneras inimaginables.

¿Qué se supone que voy a hacer cuando lo vuelva a ver?


[ . . . ]


—Vamos, dormilona, a clases.

—Umm, no —murmuro medio dormida—. ¿Puedo quedarme hoy? Es viernes, será solo un día más.

—Nada de eso.

Hace dos semanas atrás, Reita decidió venir a despertarme con una taza de café y buena energía. Demasiada buena energía, diría yo.
Venía por las mañanas temprano a verme, y luego se iba al instituto. Cuando volvía, me dejaba los apuntes de la clase y pasaba a buscarlos después. Luego de mi semana de reposo a él se le ocurrió venir todos los días a buscarme para ir al instituto juntos.

Puedo acostumbrarme a esto si hay café de por medio.

—Vamos, Mickaellie, la vida es corta y el tiempo es dinero.

—No sé qué quieres decir, pero pagaría millones por seguir durmiendo.

Deja la taza en la pequeña mesa de luz soltando una de sus risas características y me pide que me levante de una vez. Cuando sale de mi cuarto, aprovecho para arreglarme de pies a cabeza.
Una vez alistada y con la taza de café vacía, bajo a la sala. Mamá aún duerme y me parece bien, ya que estuvo pendiente de mí toda la semana anterior y se le ha cambiado el sueño. Espero que se tome el día completo para descansar.
El rubio me entrega mi mochila y nos dirigimos a la puerta.

Siento que tengo que darle las gracias por cuidar de mí. Porque, si él no me hubiera encontrado en esa calle, ¿qué sería de mí ahora?

—Espera...

Me paro frente a él y me mira intrigado, esperando a que diga algo, pero no sé qué decirle. ¿Un simple gracias estaría bien? Sé que no hemos tocado el tema de la fiesta desde lo que pasó, y la verdad es un terreno en donde no quiero meterme otra vez, pero tengo la necesidad de volver a repetir algo de aquello.
Me acerco a sus labios y veo la sorpresa en su rostro, pero no puedo detenerme. Lo beso suavemente, es apenas un roce que él se encarga de profundizar. Intento recordar cada pequeño detalle y sensación de la noche de la fiesta, pero no hay nada de ello aquí, por lo que me detengo.

—Lo siento, sólo quería darte las gracias por cuidar de mí —explico con la voz chillona.

—Tienes una manera muy... extravagante de dar las gracias.

Me mira y siento que el aire se está volviendo un poco incómodo, o tal vez soy yo y mi confusión. Hace una semana atrás lo había besado y puedo jurar que me gustó, pero ahora... No lo sé.

Reita me deja un beso rápido y me suelta.

—Deberíamos irnos, señorita Takarai.

Que me llame señorita Takarai me mosquea. La única persona que me llama así es Yuu y no quiero que nadie más me lo diga si no es necesario. Cierro la puerta más fuerte de lo que debería, y comenzamos a andar sin soltar ni una palabra.
Encontramos a Uruha y Ruki unos minutos después -con los cuales Reita ya se ha vuelto un gran amigo-, y nos vamos todos juntos. Hablamos, pero no cruzo palabras con mi rubio amigo. Odio sentirme así de incómoda con alguien como él.
Cuando llegamos y nos sentamos en nuestros respectivos lugares, me doy cuenta que hay mucha gente que aún está hablando y recordando la increíble fiesta de Ruki, lo que me hace sentir más incómoda de lo que ya estaba. Y, para colmo, una voz estridente me taladra los oídos. Es el tipo de voz que me sale cuando estoy nerviosa, pero a esta chica le sale natural.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now