Capítulo 28

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Miro por la ventanilla y lo único que deseo es que Kaz aumente la velocidad para llegar lo más pronto posible a aquel lugar. Siento una presión en el pecho que parece ahogarme, mientras intento mantener la calma y no hacer nada estúpido. Ahora todo está en mis manos, me siento completamente responsable de lo que está sucediendo, y quiero ser yo quien termine con esto, pero... ¿Lo haré incluso si eso conlleva el terminar en un hospital? O en un caso peor, ¿morir?

¿Por qué mi mente ha ido hacia esos pensamientos nuevamente? No le temo a la muerte, sin embargo... ¿Vale la pena hacer todo esto? ¿Realmente arriesgaría mi vida por alguien que no sé si se quedará conmigo cuando sea libre? ¿Por qué estoy dudando ahora? Dije que no me importaba, pero esta maldita inseguridad me desespera aún más.

Llegué lejos. No es hora de lloriquear ni dejarme atrapar por mi engañosa mente.

A mi lado, Hideto se queja por el dolor de la bala en su brazo y Arly intenta parar el flujo de sangre. No les digo nada, solo bajo la mirada a mis temblorosas manos, y no porque quiera verlas, sino por el simple hecho de tener el celular vibrando entre ellas. Hay una llamada entrante de un número desconocido. Me siento repentinamente inquieta, sudorosa, con el corazón acelerado; sé quién puede estar del otro lado de la línea y eso me paraliza.

De alguna manera, logro llevar el aparato hasta mi oreja.

¿Mickaellie?

No era lo que esperaba, sin embargo... Son las siete de la mañana, ¿qué hace Kazuki llamándome a esta hora?

—Sí —mi voz sale temblorosa y aguda.

Gracias al cielo —lo oigo suspirar de alivio—. Mickaellie, dime que no has ido hasta allí. ¿Por qué no viste mi mensaje?

—¿A qué te refieres?

Hana solo intenta ganar tiempo. Tienes que volver.

—¿Qué? —me desespero al intentar hablar, no sé qué decir o qué preguntar primero. Esto no me está gustando nada.

Sacará a Yuu del país. No tengo idea de dónde demonios irán; te envié la dirección exacta del lugar donde están ahora, pero no lo has visto, así que me preocupé.

—No puede ser —siseo. Entonces, los recuerdos de aquel día en que Hana me secuestró revolotean en mis pensamientos, y un escalofrío me asalta—. ¿Cómo puedo saber que dices la verdad? ¿Y por qué tú sabes sobre eso?

No te pido que confíes en mí tan fácilmente, pero tienes que creerme —su voz suena extraña, como si estuviera en un lugar demasiado cerrado—. Estuve a punto de sacar a Yuu de allí, pero Hana me descubrió y me puso dentro de un maletero. Realmente no sé...

—¡Da la vuelta! ¡Da la maldita vuelta ahora, tenemos que regresar! —le grito a Kaz, quien inmediatamente acata mi pedido—. No te preocupes, Kazuki, vamos a buscarte ahora mismo. Envíame tu ubicación.

Cálmate, yo estoy bien, encontraré la manera de salir. Preocúpate por Yuu ahora, él es tu prioridad, ¿de acuerdo? No dejes que Hana se lo lleve.

No quiero perder contacto con él, pero me pide que termine la llamada y lo hago. Solo espero que pueda salir y mantenerse a salvo.
Explico la situación y Arly asiente como si comprendiera de alguna manera el porqué Kazuki me ha ayudado. Aún no lo comprendo, pero tampoco es momento de pedir explicaciones; sé que él está involucrado con estas personas, pero no sé cómo ni porqué.

El lugar al que debemos ir queda un poco lejos y tengo miedo de llamar la atención de la policía si continuamos a alta velocidad, pero eso no parece importarle a Kaz.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now