Capítulo 30 [POV Aoi]

820 85 27
                                    

Aoi


—No podemos casarnos mañana.

Las palabras de Mickaellie flotaron en el aire hasta desaparecer.

Yo no necesitaba una maldita boda llena de gente, comida y decoraciones en blanco, yo solo quería ponerle un anillo a mi novia y saber que se iría a Saint Southland siendo mi esposa. Por alguna loca razón siempre la he imaginado presumiendo mi apellido junto a su nombre.

Yo.

Siempre pensando en lo que yo quiero. ¿Por qué demonios no puedo pensar en lo que ella quiere y necesita? Soy un egoísta de mierda, lo admito.

Miro el reloj y ya son las cuatro de la madrugada. Mickaellie está dormida, desnuda y deliciosamente pegada a mi cuerpo. Quiero dormir y despertar así siempre, pero no hasta que ella se case conmigo y tengamos una casa cerca de su universidad. ¿La estaría asfixiando demasiado con mi presencia si compro una casa mañana mismo?

. Mi maldita parte racional está totalmente convencida de que estoy queriendo hacer las cosas demasiado rápido, pero tengo miedo de que ella se vaya de aquí y se arrepienta de todo lo que hemos logrado.

No entiendo por qué me he vuelto tan inseguro.

¿Y si se arrepiente? ¿Qué hago yo si la única persona que sostiene mi mundo me abandona? De solo pensarlo algo dentro de mí se quiebra y duele. No quiero que se vaya.

Mickaellie se mueve a mi lado y me deja un beso en el pecho. Creo que está despierta.

—¿Cariño?

—¿Sí? —le respondo.

—¿Por qué estás despierto? —susurra con su voz adormilada.

¿Por qué estoy despierto? Básicamente porque la amo y no quiero que encuentre a alguien más joven y menos jodido que yo en esa universidad. ¿Por qué estoy malditamente despierto? Porque el miedo no me deja dormir.

—Creo que estabas hablando dormida —miento.

—¿Qué dije?

—Que querías casarte conmigo.

—Sí, quiero. Quiero una hermosa boda —dice, y adivino la sonrisa en su voz—. Con flores y una linda decoración, con toda la gente que conocemos allí, y con comida. ¿Te imaginas a todos comiendo lo que prepara mi madre? La convencerían de abrir un restaurante.

—Podemos preparar todo eso para mañana —le aseguro, pero sé que es una mentira.

—No puedo encontrar un vestido que me guste de un día para otro, Yuu. ¿Qué te parece en unos... cinco meses?

—No tardarás cinco meses en encontrar un vestido.

—Pero sí en preparar todo lo demás —contradice bostezando y deja otro beso en mi pecho—. ¿Cinco meses?

—Que sea solo un mes.

—Cinco.

—Uno.

—No puedo ocuparme de todo en un mes, tengo que ir a la universidad también. ¿Por qué quieres que sea todo tan rápido?

—Te he dicho que no puedo esperar. ¿Por qué quieres esperar, Mickaellie? ¿Necesitas tiempo para arrepentirte? Cinco meses es suficiente para pensarlo, para que te des cuenta y me dejes. Y... me asusta perderte.

Niega con un movimiento de cabeza y se levanta hasta que su rostro queda a la altura del mío. No puedo verla realmente, porque la luz de la luna que se cuela por la ventana no es lo suficientemente fuerte para reflejar su rostro y su cabello tapa su perfil. ¿Qué expresión tendrá ahora que sabe que estoy asustado?
Me siento expuesto, no quiero que ella sepa que me siento así. Me avergüenza ser inseguro, Mickaellie merece alguien mejor.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now