Capítulo 23

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Una canción en francés suena a través de mis auriculares mientras me masajeo las sienes, intentando soportar el dolor de cabeza. Toda la información que he recibido, todo lo que sucedió, y todo lo que pasará... Si no hago algo, sé que todo esto terminará explotándome en la cara. Es una bomba de tiempo.

A pesar de haber prometido que salvaría a Yuu, no estoy segura de poder hacerlo. Para eso, debería salvarme a mí misma primero; solo de esa forma podría fortalecerme y soportar lo que sea que suceda después. Pero... De solo pensarlo, la cabeza me da vueltas. Enfrentarme a mi padre es algo que no tenía en mis planes, por lo menos no ahora, pero debo hacerlo.

Bajo las escaleras hacia la cocina, sintiendo un extraño dolor que me recuerda lo que ha pasado en las últimas horas. Me obligo a dejar de pensar en ello cuando encuentro a Kai sentado con una bandeja de comida chatarra y mirando la televisión en la sala. Ni siquiera se inmuta cuando me siento a su lado; parece bastante concentrado en su tarea de devorar frituras. Solo cuando me acomodo un poco voltea a mirarme, sorprendido.

—¿Estás bien?

—Supongo —respondo secamente.

—¿Hablaste con Yuu? —pregunta y me tiende una bandeja de la pequeña mesa.

Asiento con la cabeza mientras miro la comida. No tengo hambre, mi estómago no soporta absolutamente nada, estoy nerviosa y no puedo parar de pensar en qué estará haciendo Yuu ahora.

—Ahora que lo sabes... ¿Qué piensas hacer?

—No lo sé, ¿y tú?

El castaño me mira algo desconcertado. Sé que he sonado a la defensiva, pero no me importa.

—¿Yo?

—Eres policía, Kai. Sabes acerca de los negocios de Hana y aún no has hecho nada, ¿por qué no encierras a toda su maldita mafia y terminas con la tortura que está sufriendo Yuu?

—Porque Hana tiene el dinero suficiente para comprar su libertad al día siguiente y volarme los sesos ni bien ponga un pie afuera —aparta la comida y resopla, como si estuviese admitiendo una derrota—. Hace años, incluso antes de que yo entrase en la policía, esa mujer puso mucha pasta para que las fuerzas de seguridad hicieran la vista gorda al asunto de su club. En la zona en donde está no es legal la prostitución. Era un barrio tranquilo, pero ella instaló toda su mierda allí y... lo convirtió en una zona roja. Pagó muy bien para que eso sucediera.

Largo un suspiro de frustración y observo la bandeja de comida, sintiendo náuseas. Hana es vil, y corrompe a todo aquel que esté cerca de ella; es injusto que alguien así tenga tanto poder incluso por encima de las autoridades.

—Debemos hacer algo, ¡no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras arruina la vida de todos! No solo estoy hablando de Yuu... ¿No te has puesto a pensar en las chicas que también están en esa misma situación? Son obligadas a entregar sus cuerpos, ¡es horrible!

—Lo sé, Mickaellie, pero... ¿Qué podemos hacer? Cualquier paso en falso, y se irá todo al infierno. Abre los ojos, ¿no te das cuenta que, si sigues viva, es porque se está divirtiendo causándole daño a Yuu? Te matará en el momento que menos te lo esperes. No puedes jugar a ser la heroína, esto es serio.

—Prometí que ayudaría a Yuu, y lo cumpliré, no importa lo que me suceda, si tengo que morir para que él sea libre, lo haré —afirmo, decidida—. Y tampoco importa si cuento o no contigo.

Kai me mira con los ojos muy abiertos, y no sé definir si está enojado o sorprendido. Incluso yo estoy algo desconcertada por lo que acabo de soltar, debe de estar pensando que soy una loca de remate.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEWhere stories live. Discover now