Capítulo 18

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Mickaellie.

Su mano fría se posa en mi mejilla, trazando círculos con el pulgar cariñosamente.
Estoy agotada, sensible, demasiado asustada. Sin embargo, disfruto de aquella muestra de afecto en medio del jodido caos. No lo veo, pero mi piel reconoce su contacto y me regala una oleada de paz. Su voz suave atraviesa mis oídos.

—Vengo a rescatarte.

Quita el pañuelo de mis ojos y la mordaza de mi boca suavemente, limpiando con ella mi rostro. Debo estar hecha un asco. Abro los ojos, siendo cegada por la luz artificial que cuelga sobre nosotros; me quedo quieta asimilando el espacio y entonces miro a Yuu.
Me sorprende cuando sus labios se posan sobre los míos, encontrándolos lastimados. Arde como el infierno, pero nada me impide disfrutarlo. Es una sensación tan reconfortante... Ni siquiera soy capaz de reaccionar al sonido ensordecedor de las balas fuera.

—Voy a desatarte, ¿de acuerdo?

Asiento.
No sé qué hora es, en dónde estoy o quién ha sido capaz de hacerme esto; pero lo que sí sé es que quiero irme y luego pedirle explicaciones a Yuu. Esta vez no hay manera en el infierno de que pueda evitar mis cuestionamientos.

Una vez liberada, inspecciono mi ropa y me quedo inmóvil. No puedo creer que estoy aquí, con el vestido lleno de sangre y en medio de una balacera. Me muero de ganas de salir corriendo. ¿Por qué no lo hago?

—Cariño, mírame —susurra Yuu, tomándome de los hombros—. Tienes que mirarme. Ahora —insiste.

Le clavo la mirada, pero siento que tengo la mente en otro lugar. Estoy aturdida.

—Oye mi voz, Mickaellie. Estoy aquí, sígueme.

Miro sus labios, su cabello, su nariz y luego mis manos tocan su rostro. La necesidad de comprobar si esto es real es desesperante.
Él es real. Yo soy real.
Esto realmente está pasando y no puedo quedarme aquí. Busco y aprieto su mano fuertemente, asintiendo cuando él toma mi bolso y dejando que me guíe. Al comienzo las piernas me duelen horriblemente, pero no hay tiempo para quejarme.

Corremos hasta llegar a un pasillo angosto por el lateral de aquel lugar; dejo que Yuu tome la delantera y me arrastre cada vez que no soy capaz de alcanzar su velocidad. No nos detenemos en ningún momento, solo somos capaces de correr lejos del caos.
No sé por cuánto tiempo más mi cuerpo soportará el ejercicio, pero ya voy sintiendo el cansancio. Lo único que me mantiene en pie es la mano del pelinegro tirando de mí constantemente.
Yuu habla y no entiendo lo que dice, pero la balacera se oye cada vez más fuerte.

No tengo idea de lo que está pasando, y tampoco sé hacia dónde vamos; pero lo que sí sé, es que Yuu está sangrando.

—¡Yuu, por Dios! —grito con todas mis fuerzas, aterrada de ver la sangre que emana de algún lugar de su cuerpo.

—¡Estoy bien —ruge—. ¡Corre! ¡Sigue corriendo y no me sueltes!

Y así lo hago.

Seguimos corriendo, lejos, sin siquiera detenernos a mirar hacia atrás. Él grita algo que no comprendo y desviamos el camino hacia una camioneta de policía estacionada a lo lejos. Nos subimos rápidamente y, para mi sorpresa, el vehículo comienza a moverse a toda velocidad

¿Qué demonios?

—¡Mickaellie! ¡Aoi! ¿Están bien?

La voz de Ruki en la parte trasera de la enorme camioneta me sobresalta. Estoy tan sobrecargada de pensamientos y emociones que no tengo idea de qué hacer o decir. Yuu... Mierda, le han disparado. El hedor de la sangre me hace dar vueltas la cabeza.

Un suspiro y mil disparos | the GazettEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin