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Me repetía que era una tonta completamente, por haberlo besado, y haberme dejado llevar de tal manera. Pero no podía culparme del todo, porque fue él quien lo hizo, quién me besó, no fui yo. Y estaba en un gran dilema, entre la espada y la pared; no sé si seguir con ésta terapia, ó dejar que todo fluya, para ayudarme a superar esto. Estaba consiente que estaba sola, de alguna u otra manera tenía que estar con alguien, pero traté de convencerme de que estaba feliz con mi soledad. Jamás tuve amigas, a excepción de Grecia, jamás tuve un novio, a excepción de Mathew, que obviamente fue hace muchísimo tiempo, cuando era feliz. Él fue mi primer amor, siempre  hacíamos todo juntos; Mathew siempre pasaba por mí para ir a la secundaría, nos dábamos besitos y todas esas cosas que las parejas normales hacen. Pero por desgracia, él se tuvo que mudar a California, por cuestiones del trabajo de su padre.

Mi cuerpo se recostaba no muy delicadamente sobre mi cama, a mí lado estaba mi celular y mi laptop, recados. Traía conmigo un short deportivo color gris con rosa, al igual que la blusa que hacía juego. Veía una serie que ni siquiera sabía cual era su nombre, sólo había mucho sexo. Escuché unos pasos, y mi lado alarma se activó, alguien  ―quizá― intentaba robar ésta casa, pero no lo iba a permitir. No podía ser Eddie, porque él estaba muy ocupado con la empresa de nuestros padres. Los pasos se escuchaban más, y mi corazón empezaba a latir más rápido que nunca. Los pasos pararon y la puerta se abrió, dejando ver a Harry con los brazos arriba y una gran sonrisa, mordiendo su labio, atrapando el metal en ellos.

―¿¡Como entraste?! ―pregunté realmente molesta casi me da un ataque al corazón y aparte, él entró a mi casa sin avisar. Caminó hacia mí y depositó un beso en mi frente, como siempre lo hacía.

―No te enojes, Ángel ―su voz sonó más ronca de lo común. Fruncí el ceño al ver como se sentaba en mi cama, y ponía mis piernas en las suyas ―No estés molesta conmigo, el doc me dio una copia de la llave del apartamento, ¡puedo venir a visitarte cuando quiera! ¿no es genial?

―Sí. Muy cool. ―era egoísta, pero en serio estaba un poco desilusionada y decepcionada porque ni siquiera le pasa por la cabeza que hace una semana me besó. Así es, hace una semana me había besado y no habíamos hablado del tema, pero estábamos muy en contacto.

―Estás molesta, Kage ―declaró molesto, del mismo modo que yo. Rodé los ojos con irritación y Harry me cogió firmemente  del brazo  ―¿Es por el beso, verdad? ¿Te pones furiosa de que no te haya dicho fue el mejor beso de mi vida, linda Kage, cierto Ángel? ―preguntó entre dientes, mirándome fijamente a los ojos. Era verdad, estaba furiosa porque no me había dicho eso, era demasiado orgullosa, lo admitía, pero me jodía que no lo hubiera dicho.

―Puedes joderte mucho, Harry ―dije hecha rabia, mis mejillas coloradas a causa de lo mismo, era una furia. Me zafé de una manera bastante brusca, y él me miró con el ceño fruncido y la boca húmeda ―No estoy de humor.

―¿Te ha llegado el periodo, verdad? ―su voz brotaba burla, le pegué en las costillas y él rió divertido.

―Ojalá te sangren las bolas Harry, para que veas como se siente ―dije y Harry rió nuevamente, para después besar mi frente. El enojo se había esfumado, como si se hubiera ido con el viento. Amaba eso.

Give me love |Book One.Where stories live. Discover now