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No se como, pero luego de ir a toda madre en la elíptica mis pies se detuvieron en seco haciéndome salir disparada hacia un lado. Mis manos intentaron detenerme, pero no habia de donde afirmarse, solo de la maquina, así que caí estrepitosamente al piso junto a la elíptica que cayó sobre mi.

Y ahí estaba yo, desparramada, de bruces en el piso y la elíptica apretando mi espalda y mi trasero, Elen que estaba unas maquinas mas allá se sentó en el piso a reír, cuando unas manos retiraron la maquina de sobre mi y antes de siquiera notarlo me sostenían en el aire, como quien carga a un niño chiquito en brazos, levanté la vista y los ojos de Adam se encontraban demasiado cerca, no me miraba , buscaba la banqueta. Se sentó sosteniéndome en sus brazos, no habia podido admirar su cuerpo, bueno en la vida real sino hasta ahora. Brazos anchos, esculpidos, algunos tatuajes en ellos, triángulos y cosas místicas, nada sobre cargado, todo en armonía con su belleza. Los músculos de sus brazos esculpidos pero no exagerados, los músculos de su abdomen maravillosamente apretados contra la sudadera, y su rostro....su cabello largo rubio obscuro con las puntas mas claras, algo de barba, sus ojos tan azules, era un rostro precioso, perfecto y su boca, infinitamente besable, sus dientes blancos, parejos, radiantes...detrás de esa sonrisa podía verlos perfectamente....sonrisa??

-si cada vez que te tenga tan cerca me vas a mirar así... entonces no me podrás alejar nunca de ti sexy.

Me puse del color de la sangre cuando un dolor agudo cruzó mi frente.

-ouch!!!- me quejé mientras llevaba mi mano al extremo de mi frente donde empezaba mi cabello.

-no te toques ahí sexy, tienes algo de sangre, ahí viene alguien del gym a limpiar eso, no te toques bebé- tomó mi mano entre las suyas y la besó... estupida afortunada mano.

Cuando llegó el joven a cargo de los primeros auxilios por fin apareció Elen, me limpio la herida punzante de la frente y pregunto por alguna otra contusión.

-la verdad es que cayó muy mal, y que la elíptica no estuviese fijada al piso no ayudó, se golpeó en la frente con la maquina que esta junto a la elíptica, y luego la propia elíptica le cayó encima-explicó Adam aferrándome en sus brazos.

-bien, escribiré un reporte, para que en el caso de que tenga alguna complicación pueda asistir a la clínica con la cual tenemos convenio.

Se fue el muchacho y yo continuaba en brazos de Adam, sentada en sus piernas.

-ya tuviste suficiente por hoy bebé??-dijo fijando sus hermosos ojos en los míos.

-si-respondí bajando la mirada.

-bien, te llevo a los vestidores-poniéndose de pie y alzándome con el.

-bájame-susurre- estoy bien, puedo caminar, no te preocupes.

-segura??, para mi es todo un placer.

-bájala don Juan-interrumpió Elen- esta acostumbrada a caer, es como una tradición para ella, si no se cae no es feliz, cierto chukita?-dijo mirándome.

A veces en serio desearía que las personas fueran mudas, de veras.

-como digas Elen, vamos por un baño.

Al salir del baño me dolía la espalda, en el espejo del vestidor pude ver que justo bajo el sujetador tenía una raspadura enrojecida, seguro la elíptica me golpeo ahí.

Me hice una moño elevado y salí con Elen arrastrando mi bolso. Sentí que abrazaban mi espalda tomando mi cintura, un aroma a perfume de hombre me envolvió. Al darme la vuelta Adam me sostenía entre sus brazos y me miraba a los ojos, sorprendentemente no habia deseo en ellos, sino preocupación.

-te ves enferma, te sientes bien bebé??

-la verdad es que no.

-te duele algo?

-el orgullo entre otras cosas, he pasado la vergüenza de mi vida, y que mi hermana se ria de mi en frente de todos no me ayuda.

-no te preocupes por ella, que no te de vergüenza bebé, ella era la única que se reía, todos los hombres que estaban en el gym corrieron a ayudarte, fui afortunado al llegar antes que ellos.- fruncí el seño- que no me crees?? Es que acaso usted señorita perfecta no tiene idea de lo sexy y perfecta que es??

- no me jodas Adam, me duele muchísimo la espalda, quisiera irme a casa.

-a sus ordenes, yo las llevo.

Salí del gym y Adam se apresuró a abrir la puerta del copiloto, llevaba mi bolso rosa sin ningún pesar, amo esa cualidad en los hombres; esa capacidad de cargar tu bolso con orgullo, seguros de su masculinidad.
El recorrido a casa fue largo, el golpe en mi cabeza martillaba tanto como los chistes de Elen. Su ácido humor contra Adam dejaban en evidencia lo guapo pero terriblemente mujeriego que lo encontraba, además de que le reprochaba sin cansancio el hecho de no haber abierto la puerta para ella. Sentada en el medio del asiento trasero, iba como niña pequeña, lanzando venenosas bromas a Adam. De alguna forma se aburrió de él y su ponzoña vino a caer sobre mi.
-no te hagas el macho con la chukyta Adam, es demasiado torpe para tus juegos, es evidente que te atrae, llevo años acá y llamadas directas tuyas nunca tuve
-tal vez estuve muy ocupado y no pude llamarte-le contestó.
-ocupado tirandote tipas, ocupado en tu universo paralelo, ocupado sepa uno en que cama.
-Elen, puedes parar???-respondí cansada- mira, nos hacen el favor de llevarnos a casa, por favor detente de una vez!!!
-de acuerdo!!!-gritó alzando las manos- de acuerdo!!! Pero eso no quita todas las verdades que estoy diciendo- finalizó.
Llegamos a casa y Elen salió disparada del carro mientras, yo aún dolorida me movía más rápido que orangután octogenario.
-espera- habló Adam- quisiera conversar contigo.
A la misma velocidad que bajaba me volví a subir dejando la puerta del carro abierta.
-vamos a dar una vuelta?-preguntó tranquilo.
-.... De acuerdo, pero algo poco, me duele la cabeza.
-bien!! Pero esta vez debes ponerte el cinturón de seguridad!!
De manera muy hábil salió de su asiento por sobre el mío poniendo un brazo directamente en el broche externo junto a mi cadera, el aroma de su perfume y la luz de su sonrisa estuvieron a milímetros de proximidad. Midiendo cada centímetro de la extensión del cinto que se ceñía sobre mi lo antojó con medida calma. Así, a escasa distancia de mi no lo vi venir. Se lanzó sobre mi boca besando con calor y fuerza. Sus manos se lanzaron a recorrer mi busto y subir por mis piernas. Atrapada por el cinturón, sólo atiné a alejarlo de mi, pero su fuerza era mayor. Ya con temor levantando una pierna lo alejé con fuerza en lo que lograba desatarme y salir por la puerta abierta del carro, corriendo en dirección a la casa.
Lo escuché gritar mi nombre, suplicar perdón, pero la rabia, la impotencia y la vergüenza de sentirme vulnerada me hicieron fuerte. Cerré la puerta de casa con fuerza, Elen me miró asustada, no esperé me dijera nada mientras desaparecía en mi habitación para encerrarme a llorar como pendeja. La escuché golpear bajito, pero no insistió. Me dormí con la nariz colorada, los ojos hinchados y un chichón latiendo en mi cabeza.



















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El azul de sus ojosWhere stories live. Discover now