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El día domingo amaneció frío y lluvioso, me levanté de mala gana y me fui al gimnasio, me subí a la trotadora, no recuerdo cuanto estuve en ella, pero ya no me podía las piernas al bajarme. Me di una larga ducha , vacío como estaba el gimnasio a nadie le importó.

Los recuerdos comenzaron a llenar mis ojos, intenté apartarlos, pero cada vez eran mas intensos.

Sus manos, sus besos, su cuerpo, el aroma que salía de su pecho.

Me encontraba al borde del colapso, intenté serenarme por ultima vez, mis ojos se levantaron hasta el junquillo de la cerámica en la pared, que tenia como motivo unos barcos en el mar….el azul del mar….el azul de sus ojos…..mi mirada fue a mi mano donde una vez estuvo el anillo que me dio y eso fue suficiente para caer en llanto en el frío suelo de la ducha.

Estuve ahí un par de horas, no lo se, solo sentí la puerta abrirse de un golpe y entre lo hinchado de mis ojos vi a Kyara entrando con mi toalla, la ambulancia, el camino a la clínica, no lo recuerdo, solo recuerdo a una mojada Kyara abrazándome y yo derramada en llanto.

A lo lejos escuchaba a mi madre llorando, sentía los pinchazos de los medicamentos que me hicieron dormir.

El martes en la mañana salí de la clínica en la hunday santa fe de Pedro que fue con Kyara a buscarme a la clínica, me acosté en el asiento trasero, me taparon con un par de frazadas y me dormí.

Cuando desperté aun estaba en el auto, me incorporé.

-buenas tardes bella durmiente-saludó Pedro mientras conducía.

El paisaje por la ventana me sorprendió.

-donde estamos?-mi voz ronca por no hablar hace días.

-vamos a dar una vuelta mi niñita- me respondió Kyara desde el asiento del copiloto- quieres algo?

-comer….

-algo en particular?-preguntó Kyara.

-comida…

Nos detuvimos en un hostal junto a la carretera, comí con ganas, hace días que no lo hacía, Pedro y Kyara no me hablaban a menos que yo dijera algo, respetaban mi silencio.

Fui al baño, me tomé los medicamentos que me recetaron, todos terminados en “lan” y con estrellitas verdes, calmantes, no me gustaba la idea de estar drogada, pero por ahora estaba funcionando. Me subí a la camioneta, me acomodé y seguí dormida.

Abrí los ojos, la camioneta estaba detenida, sin señales de Pedro o Kyara, me incorporé, frente a la camioneta dos cabañas contiguas, pequeñas. El olor salado del mar, el sol anaranjado del atardecer.

Me bajé, de la cabaña salió Kyara.

-buenas tardes….esta es nuestra cabaña, y esta de acá es la tuya-dijo señalando la cabaña pareada a la de ella.

-cabañas?

-en vista que tienes 15 días de licencia medica, Pedro y yo adelantamos nuestras vacaciones y nos vinimos contigo.

-Kyara….no debiste…

-si, si debía….eres mi hermana….no dejaré que esto te destruya.

-yo….lo lamento.

-yo también…ven a ver tu cabaña.

Entramos por la puerta corrediza, un pequeño sector de sillones, un televisor, cocina pequeña, comedor, 2 habitaciones, el baño en la habitación principal junto a una ventana corrediza que daba a la playa.

El azul de sus ojosWhere stories live. Discover now