0 3 - Tú eres Aisha Miau

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—¡Ey!

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—¡Ey!

Escucho a alguien hablar, pero ni miro. Nada. Estoy en otro mundo. Mi vista está perdida y parezco una traumada; solo me falta mecerme de un lado al otro y podría ser una paciente más de un manicomio.

—¡Ey, tú!

Alguien se acerca. Veo una silueta masculina caminar junto a una bicicleta. Pienso que es el novio de alguna de las chicas que tuvo clase conmigo. Por un fugaz instante, pienso que debe ser lindo que tu pareja te venga a recoger al instituto.

De la nada, me tocan el hombro y, por eso, pego un salto.

—Te estaba llamando.

—¿A mí?

A veces, me sorprende mi misma estupidez. Si alguien me toca para llamarme la atención y me dice que me estaba hablando, ¿para qué preguntar algo tan obvio? Subo mi mirada por apenas un instante y noto que él me sonríe. ¡Y qué sonrisa! Me obligo a parpadear para verlo con atención entre mis pestañas pegoteadas. Sin embargo, el persiste y me continúa mirando, como si esperara algo de mí.

Tengo ganas de desaparecer, ¿qué le pasa? Vuelvo a agachar la cabeza. Tengo los ojos muy rojos, mi pelo chorrea agua helada, me robaron, me regañó la bruja de Educación Física como para que, además, alguien venga fastidiarme.

—Hola —saluda, aún con esa estúpida, pero encantadora sonrisa en el rostro.

Asiento con mi cabeza a modo de saludo, solo por educación, y giro mi rostro en un claro gesto de que lo seguiré ignorando y no me interesa darle mi atención. Me siento muy mal como para hablar y, mucho menos, si esa persona es alguien que no conozco; además, ya estoy empezando a ponerme incómoda. No sé si me ve como presa fácil, si necesita una dirección que no conozco o si planea raptarme para violarme y cortarme en trocitos cúbicos. Solo sé que quiero pararme y huir pero, de forma muy casual, su bicicleta me cierra el paso.

Mi imaginación comienza a volar. Lo único que me tranquiliza es el hecho de que hay dos policías parados en la acera de enfrente. Incluso, aún hay algunos alumnos pululando por los alrededores. Algunos conversan, otros esperan como yo. También, puedo oír a Billy, el jardinero, cortando el césped con su enorme carrito; ese que es amarillo y suele ser la víctima favorita de los de tercero días antes de graduarse.

Por el rabillo de mi ojo noto que él está buscando algo en sus bolsillos. Pienso en esa acción como una oportunidad y amago a pararme; pero un color rosa muy llamativo me obliga a frenar.

—¿Esto es tuyo? —me enseña el teléfono con funda de conejo vestido como superhéroe.

Me paro de un salto y me abalanzo para quitárselo de su mano. Abrazo a mi teléfono como una niñita que necesitaba a su peluche perdido. Sonrío sin poder creérmelo. Ahora sí lo miro; él me devuelve la sonrisa. Observo que tiene ojos azules y que tiene puesta la capucha de la camiseta, gris y de mangas cortas, que está usando.

No me delates  ✔️Where stories live. Discover now