Aisha Miau es una celebridad de ViewTube. Todos la aman. ¿Y cómo no hacerlo? Es hermosa, creativa y extrovertida. Con sus pelucas de colores ilumina a cualquiera que la vea. Muchos consideran a Aisha una artista en ascenso, la chica del momento y q...
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Mi madre está loca. Totalmente loca. ¡Demente! No entiendo cómo es que pude cometer el error de dejar a su lado desbloqueado mi teléfono. Solo fueron dos segundos, me levanté por algo y cuando regresé ella ya había despejado un sistema complejo de ecuaciones en donde especulaba sobre mi relación con Vibel y sobre el por qué me ofrecí a darle clases.
Lo peor es que acertó en cada cosa que dijo, al menos, de mi parte.
Maldición. ¿Ahora qué haré? Le diré: «Hola, Vibel. Mi madre quiere conocerte. Cree que eres mi novia y me ruega desde hace días para que te lleve a cenar. Acepta o no me dejará en paz».
No. Simplemente, no. Suena raro, horrible y vergonzoso. ¡Muy vergonzoso!
Para colmo, para fastidiarla, le hablé de esto con anticipación —y luego de besarla tras un impulso que no supe controlar—, así que de seguro debe esperar con ansias la petición que prometí hacerle el viernes. Maldito yo y mi bocota. Tengo que aprender a pensar antes de hablar y dejar de ser tan impulsivo, no obstante, sé que es difícil por no decir imposible.
Mis ojos pasean por la acera y se quedan anonadados por el convertible rojo que hay en la acerca. Cruzo el camino de madera que hay hasta la entrada de la casa y toco el timbre. Oigo que Tobías grita a todo pulmón que he llegado y, un instante después, el pequeño me abre la puerta.
—Hola —me dice—. Mi hermana está arriba.
—Hola —respondo—. ¿Qué tal están campeón?
—Bien —sonríe—. ¿Tú? Esta vez Vibs sí hizo la tarea porque mis padres le quitaron el teléfono.
—¿Ah, sí? —inquiero, divertido—. ¿Y crees que entendió algo por su cuenta?
—Obvio que no. Sus apuntes eran puros dibujos en los márgenes. Mi madre compró analgésicos, tómate uno si te hace doler la cabeza. —Hace una pausa—. O varios.
Noto que tiene los anteojos en las manos y que, cuando ve que lo observo, los oculta en su espalda. Estoy por decirle algo sobre ello, pero Vibel se asoma a trompicones desde el balcón de la escalera. ¡Y casi se mata! Es demasiado atolondrada, si no hubiera rejas que la atajen, se hubiera caído y quebrado unos cuántos huesos. Sonrío y la saludo; me fijo en que está en pijama y parece recién haberse despertado. No puedo evitar notar que tiene un escote prominente gracias a unos botones desabrochados. Espero que se cambie de ropa o seré yo el que no se podrá concentrar.
Sin embargo, mi sonrisa se esfuma al ver al chico de cabello naranja que aparece por detrás suyo. Siento un regusto amargo en mi boca y paso saliva para alejarlo; lo saludo a él también con un asentimiento.
El chico le dice algo al oído con una confianza demoledora. Ella no se pone nerviosa ni nada, actúa con naturalidad. Intercambian unas cuantas palabras y ella se ríe con gracia y se tapa la boca, como si compartieran un secreto
