2 9 - ¿No crees que es hora de irte?

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La puerta se cierra dejando atrás el viento de la tormenta

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La puerta se cierra dejando atrás el viento de la tormenta. Las últimas palabras de Myrian continúan flotando en el aire, pero poco a poco se desvanecen cuando la tensión comienza a hacerse lugar entre Ezra y yo. Paso saliva por mi garganta, la siento rasposa, pero no tengo sed. Mis manos sudan y estoy nerviosa, la poca valentía y seguridad que había logrado acumular se pierde con cada segundo que pasa.

—¿Y bien? —pregunta él, cansado—. ¿Quieres ver una película o algo?

Mi estómago se apretuja, sé que solo me pregunta eso por cortesía. No parece tener muchas ganas de pasar tiempo conmigo, su rostro lo dice. La grieta que se formó ayer es tan amplia que duele. Mis esperanzas de que Ezra me diga que todo ha sido una mentira y que su reacción solo fue por enfado son nulas. Yo no puedo estar con alguien que crea esas cosas de mí.

Aisha existe porque me da seguridad, porque me gusta, porque me hace sentir decidida y, sobre todo, porque me ayuda a comportarme como tal. Amo su estilo, su frescura y lo fácil que le resulta ignorar lo que realmente es dañino. Al ponerme la ropa que ella utiliza, yo me siento hermosa, radiante, tan segura que podría comerme el mundo. Mis complejos desaparecen y todo se vuelve demasiado sencillo, tanto que me resulta imposible de creer.

Por eso no puedo concebir que él simplifique todo de esa forma. No construí a Aisha para que me siguieran los chicos, la construí para ser un poquito más yo. Por eso, también sé que no podría estar con alguien que dijera que una relación es mala para el marketing... ¿Pero lo dije realmente porque me interesan esas cifras o porque no quiero que Ezra sea solo de Aisha? ¿Fue una venganza por lo que él dijo de las fotos provocativas? ¿Quise herir su ego diciendo que Aisha merece a alguien del medio?

Maldita sea, no lo sé... No lo sé. No lo sé. No sé por qué dije esas cosas. No sé si me arrepiento de decirlas. No sé qué pensar, qué hacer... Puede que en todas esas palabras haya un poco de verdad, mucha molestia y, sobre todo, angustia. Angustia de que Aisha siempre termine siendo la razón de todo lo que me sucede y la causa de sus peticiones para guardar mi secreto.

¿Tanto vale que no me delate?

Suspiro. Lo único que sí sé es que la que está enamorada de Ezra soy yo y no Aisha.

Los ojos comienzan a escocerme nuevamente mientras Ezra espera mi respuesta a su pregunta.

—Una película suena bien... —respondo. Aún es temprano y no quiero regresar a casa mientras llueve de esta manera, quiero estar un rato más a su lado, aunque él no lo desee.

Me siento en el sofá frente a la televisión mientras Ezra va a la cocina. Cuando regresa, deja el pote de helado en una mesita de cristal frente a nosotros y me entrega una cuchara. Se sienta a mi lado, pero entre ambos hay unos dolorosos veinte centímetros que ninguno de los dos parece dispuesto a romper.

—¿Quieres ver algo en particular? —inquiere mientras toma un poco de helado de vainilla.

—Me da igual, lo que sea —contesto de forma algo abrupta. Estoy nerviosa, más preocupada en lo que quiero hablar con él que en lo que podemos ver—. Digo, cualquier cosa estaría bien...

No me delates  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora