2 6 - No te dejaré sola

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Parpadeo. Mis ojos pesan. Vuelvo a parpadear. Estoy demasiado agotada y tengo calor. Sí, mucho calor. ¿Por qué todos están abrigados? Ah... Debe ser porque el invierno está cerca. Noto que algunos de mis compañeros tienen bufandas y otros tantos, gorros de lana. No tiene sentido, hace calor, calor, ca...

Parpadeo.

Cada vez que mis ojos se cierran, me cuesta más volverlos a abrir. Quisiera estar en mi cama y dormir. Aunque no sé si podría, me duele demasiado el cuerpo. Los movimientos que realizo se sienten como pequeñas agonías que me retumban incluso dentro de cada uno de mis órganos.

«Tal vez si tomo agua, me sentiré mejor», pienso.

El profesor de Geometría vuelve a explicar lo que estaba diciendo. La semana de repaso comenzó ayer y debo concentrarme, me obligo a hacerlo: los exámenes comienzan el próximo lunes y aún no me siento preparada. Tomo un lápiz y garabateo lo que escucho, pero a medias: medios números, medias frases, medias resoluciones, medio todo. Los apuntes me quedan incompletos y no soy capaz de reconocerme ni la letra. Parece que Tobs me hizo la tarea.

«¿Qué dice aquí? ¿Qué dijo?», levanto la vista y veo que se está marchando. ¿Tan rápido? ¿Ya pasaron las dos horas?

—Oye, ¿estás bien? —Brinna me pregunta mientras la profesora de Biología conversa con el profesor de Geometría en la puerta.

—No se ve nada bien —añade Tamara, volteada hacia mí, desde su pupitre.

—Es cierto, parece muerta —acota Lola, con su amabilidad característica—. En cualquier momento empieza a gemir como un zombie.

Y se ríe, se ríe.

Quiero abofetearla, pero no puedo. Tengo calor. Y calor. Me quitaría más ropa pero ya no es posible. Estoy con la camisa arremangada y tengo la corbata corrida. La profesora ingresa al aula y le pide a Brinna con amabilidad que regrese a su asiento. Mi compañera me regala un puchero muy real y vuelve a su lugar agitando las dos coletas largas y azabaches de infarto.

Me llevo la mano a la frente y noto que está empapada; no sé cuándo comencé a sudar. La clase comienza y solo puedo concentrarme en respirar. Inhalo y exhalo, inhalo y exhalo. Tengo que sobrevivir estas dos horas que quedan para marcharme a casa. Si las cosas se hubieran dado diferente, estoy segura de que hubiera faltado. Al menos, agradezco haberme sentado lejos de las primeras filas y que la chica que se sienta en este asiento me lo haya cedido sin preguntas ni problemas

Sin embargo, de pronto, el calor desaparece para dar paso a un frío abrumador que me carcome los huesos. Es tan fuerte que no puedo evitar retorcerme como una oruga agónica. Bajo las mangas de mi camisa y, tan rápido como puedo, me coloco el sweater azul de lana y el blazer de invierno. Me lo abotono hasta la garganta y meto las manos en los bolsillos en busca de calor. Mis dedos rozan mi celular.

No me delates  ✔️Where stories live. Discover now