0 4 - Tirip, tirip, tirip

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Entro a mi habitación y me siento en la cama mientras me seco el cabello; acabo de salir de la ducha. Apenas me acomodo, siento un chillido. Pokimon y Dicimon reclaman mi atención. Los observo con culpa, pero no puedo evitar sonreír: en la tienda de mascotas me vendieron dos perros, no dos hurones. Ambos están parados en dos patas y me miran con ojos lastimosos desde la jaula.

—Ya voy. —Camino hacia ellos—. ¿Me extrañaron?

Me arrodillo al lado de la enorme jaula. Es de un metro y medio de ancho por uno alto. Al principio, me costaba creer que fuera tan grande, pero ya me acostumbré. Recuerdo que eso fue lo primero que compre con mis ganancias de ViewTube. Toda una vida sin mascotas, debido a que mi papá es alérgico tanto a perros como a gatos, tenía que ser recompensada. Estaba harta de los peces, siempre los vi como un adorno más.

—Saben las reglas, solo los que hacen popo pueden salir.

Pokimon, como siempre, parece que me entiende y obedece de manera automática. Dicimon por su parte, comienza a correr en círculos. Se me escapa una risita mientras rescato del confinamiento a su compañera.

—Ya está. Eres libre, princesa.

Ella me mordisquea un dedo, siempre pienso que lo hace a modo de agradecimiento o por venganza a causa del encierro; no lo sé, ambas opciones me parecen válidas. Rasco su pequeña cabecita color té con leche y la apoyo en el suelo. Ella comienza su exploración de rutina; ignora por completo las miradas lastimeras de su amigo.

Tirip.

De pronto, mi teléfono suena. Lo ignoro mientras termino de secarme el pelo. Me cuelgo la toalla en mis hombros y con un cepillo lo desenredo sin mucho cuidado. Camino hacia mi tocador y de uno de mis cajones saco un secador.

Tirip.

De nuevo, ese tono. Es un mensaje. Mi mente ignora la situación y busca la manera de librarse de algo así.

Tirip.

Tirip. Tirip.

—¡Seguro eres tú! Maldito.

Voy hasta mi mesita de noche y tomo mi celular que estaba conectado al cargador. Ya tiene la batería llena, por lo que lo desenchufo. Noto que mi mano tiembla cuando lo desbloqueo. Trago saliva y bajo la barra de notificaciones para leer desde ahí; no obstante el texto es bastante más largo de lo que hubiese creído así que necesito abrir la aplicación de mensajería.

[Así que necesitabas seguir hablando conmigo...]

[¿No te parece que vas un poco rápido?]

[Ni siquiera me conoces y ya me necesitas...]

[... ¿Hola?]

[¿Estás?]

El estómago se me revuelve. La cena fue hace tan solo un momento, por lo que creo que voy a vomita. Cuando dije que lo necesitaba no me refería a... ¡A eso! Debería saberlo. No tendría que tomarme el pelo tan a la ligera. Es un confianzudo; él no me conoce a mí como para decir esas mierdas y resaltadas en negrita.

No me delates  ✔️Where stories live. Discover now