Aisha Miau es una celebridad de ViewTube. Todos la aman. ¿Y cómo no hacerlo? Es hermosa, creativa y extrovertida. Con sus pelucas de colores ilumina a cualquiera que la vea. Muchos consideran a Aisha una artista en ascenso, la chica del momento y q...
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Muevo la página con expectación, la energía me recorre de pies a cabeza. Hoy es de esos días en los que me agradezco haber creado a Aisha Miau. De hecho, es por estos pequeños momentos de paz mental y alegría por los que puedo decir que soy feliz.
Esta mañana, justo antes de que saliera de casa con mi padre para venir hacia el colegio, llegó el correo. Era un paquete abultado dirigido a Vibel Gauthier, es decir, moi. Con una alegría enorme y dando chillidos como cual niña pequeña, le pedí a mi papá que me dejara abrirlo, le prometí que no me demoraría más de unos minutos. Le juré que si no me permitía hacerlo, no me podría concentrar en todo el día en las clases. Y ambos sabemos que iba en serio, con lo dispersa que soy muy difícilmente lograría prestar atención a alguno de mis profesores; la intriga me mataría.
Amo cuando los sponsors me envían regalos. Sí, no soy ingenua, sé que luego debo promocionarlos y decir cosas bonitas —solo cuando realmente lo ameritan—; pero abrir un paquete es de las mejores sensaciones que uno puede tener. La expectación de ver que se oculta tras el papel es algo que me enloquece.
El paquete estaba envuelto por varias capas de papel madera que rasgué tan pronto lo toqué con mis manos. Por suerte, Tobías no estaba en casa, sino me hubiera pedido abrirlo y... no. El puto paquete es mío. A veces, mi madre me obliga a dejarlo abrir alguno para que no se sienta mal, pero que se joda. ¡Los regalos son míos!
Y este contenía la gloria.
El elixir de la vida.
La panacea de la perfección.
Todo lo que una fangirl obsesiva y lectora sin límites puede desear.
Dentro, había una pila de diferentes libros y algunos tomos de mangas, unas eran series nuevas; otras, continuaciones. Pero una, una... era diferente. Era lo que estaba esperando desde hacía mucho tiempo. Luego de cinco meses de hacer uso de mi fuerza mental para no leer esa historia de manera pirata, vi que los esfuerzos dieron frutos: tenía la continuación en papel y en mis manos. Y, orgullosamente podía decir que no me había spoileado nada. Como una campeona, había logrado esquivar todos los potenciales spoilers.
De manera in fraganti, metí el tomo en mi mochila y salí de casa como si nada hubiera ocurrido. Cuando terminaron las clases del club de teatro, corrí hacia el patio para refugiarme en mi soledad antisocial y sin la maravillosa compañía de mi teléfono celular —porque en horario escolar pasa a manos de mi madre—.
Y por eso aquí estoy, sentada en una banca de piedra, congelándome gracias al frío otoñal, devorándome una historia de romance escolar y juvenil. Según las reseñas, este es el tomo final y concluye la trama de una forma majestuosa y real.
—Oh-my-god... No puede estar pensando esto... —Releo las líneas una y otra vez. La chica se acaba de confesar al chico después de un año de que él le estuviera detrás y luego de haberlo rechazado de formas crueles una y otra vez—. Ok, Vibel. Cálmate. Esto ha comenzado fuerte... ¡Carajo!
