1 0 - Este tipo será un gran grano en el culo

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Mi espalda se tensa

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Mi espalda se tensa. Me siento como un gato histérico a punto de atacar. Odio las multitudes y la cafetería es el epítome de todos mis males. Camino para afrontar el destino que yo solita me busque. Tomo aire y busco un sitio en dónde comer. Primero, mi orgullo. Ya no podía marcharme, menos, luego de haber luchado contra la marea humana que hacía fila para usar los microondas.

Con mi tupper calentado en mano, me siento en una mesa vacía. No es que la suerte decidió sonreírme o algo por el estilo. Simplemente, alguien derramo una soda de cola y más de la mitad de la mesa es un asco. Hasta varias de las sillas están pegoteadas; lo sé porque casi me siento en una de ellas pero antes la toqué con mi mano.

Abro mi vianda y huelo los sándwiches de pollo con especias. Mi estómago ruje, pero no se me apetecen. Acabo de oler unas papas fritas que se ven muy prometedoras y una pizza de esas grasosas-chorrea-queso. Como sin ganas y paso la pechuga con una buena cantidad de agua. Ni siquiera quiero subir mi vista, no tengo ganas de establecer contacto social con ningún otro ser humado.

¡Pero es tan difícil! Si tan solo no me hubiera olvidado mis putos auriculares sería muy fácil encerrarme en mi mundo sin dar mi brazo a torcer.

De reojo, veo a Brinna. Está con su dúo de idiotas: Lola, la chica-perrito, y Tammy, la rubia sacada de una revista. Por un momento me siento frustrada. Si no fuera la chica cerrada que soy, yo podría haber sido una de ellas. Brinna podría haber sido mi...

«¿Amiga? No lo creo...», pienso y barro el aire, como si fueran mis propios pensamientos, con la mano.

Pero al menos hubiera sido lindo tener una compañera con quién hablar. Sé que no es una mala chica, de hecho, aún me agrada. Cuando tuvimos que trabajar juntas, siempre se portó muy bien conmigo y jamás me hizo sentir menos a pesar de mis mil y un problemas de sociabilización.

«Tendría que haber comido afuera, como siempre».

No obstante, hoy no podía darme ese lujo. Yo jamás almuerzo en la cafetería, ni en los días de lluvia. Una enorme columna de concreto está a mi costado y me oculta lo suficiente como para que nadie me observe de manera directa. Si lo pienso bien, sé perfectamente por qué estoy aquí.

Aunque él no lo sepa, quiero demostrarle a Ezra que tengo dignidad. No podía desaparecer, después de decirle que vendría para este apestoso lugar. No quería mostrarme como una mentirosa, ¿no? Ya que, bueno, también es probable que quiera torturarme. A veces me pruebo a mí misma para ver que tan estúpida puedo ser. La gente podría sorprenderse, en verdad mi estupidez alcanza número voluminosos.

Necesito aclararme conmigo misma. No puedo seguir así. ¿Qué me está sucediendo? Nunca fui tan idiota de adelantarme tanto a los hechos y de molestarme irracionalmente por cosas que no lo son. Tengo que calmarme. Usualmente, ignoro y evito todo lo que atente romper mi burbuja de paz. Y Ezra es el dueño de una aguja gigante que siempre parece que está apunto de hacerla estallar. No es mi amigo. No lo conozco. No lo agregué a las redes sociales ni lo estalkeé. No sé qué le gusta y ni siquiera recuerdo su apellido. Ezra no es nadie en mi vida.

No me delates  ✔️Where stories live. Discover now