2 8 - No dejes que se vuelva sola

7.8K 962 758
                                    


El último nudo que tengo en el estómago por fin se desata

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El último nudo que tengo en el estómago por fin se desata. Luego de haber dado el último examen de la espantosísima semana de exámenes —un espantoso teórico de Educación Física con la profesora horrible esa— y de haber entregado la terrible monografía de cincuenta páginas de historia del Teatro que me encargó el profesor Biraôut como castigo por no haber hecho el casting para personajes de la estúpida obra, y de la cuál me acordé recién el lunes, puedo decir que estoy tranquila. Y eso parecería lejano, pues lo único que hice esta semana fue quemarme las pestañas para ese maldito trabajo. Siquiera tuve chance de ponerme a repasar los temas como había imaginado idílicamente en mi mente. Pero, lo que es peor, es que tuve que rebajarme y pedirle ayuda a Anthony...

Y eso fue... Ughhh... Mejor ni acordarse. El solo recordar que le debo un favor a ese imbécil extrovertido es... ¡exasperante!

Suspiro. Otro nudo se instala en mi estómago, en mi espalda y en mis isquiotibiales —que no estoy muy segura de donde están, pero sé que ahí también me tensé— mientras me trenzo el cabello como método antiestrés muy poco efectivo. Tener que esperar que Ezra salga del club de Natación porque quiere hablar conmigo es peor que el nerviosismo que cualquier examen puede darme. De hecho, quiero volver al baño y orinar por séptima vez en menos de media hora y no sé cómo es posible ya que ni siquiera tomé agua en el día a causa del frío.

Con el cabello a medio trenzar, me acerco hacia la entrada que sigue abierta gracias a los alumnos rezagados a causa de los clubes deportivos y el uso de las duchas. Hay un baño cerca de las puertas de entrada, en el primer pasillo, a la derecha... Pero mi plan se va por el inodoro en cuanto lo veo. Ezra camina hacia mi dirección enfundado en la sudadera del club de Natación. Tiene las manos dentro de los bolsillos, pero enérgicamente saca una para saludarme a la distancia, que corta rápidamente con un par de zancadas.

Mis ganas de hacer pis se intensifican en cuanto la sonrisa de su rostro llega a sus ojos y veo que brillan con un azul tan intenso capaz de hacerme entrar en calor con un parpadeo.

Estoy nerviosa, demasiado. Me prometí a mí misma que hoy, aunque él no saque el tema de la petición a Aisha, lo haría yo.

—¿Qué tal la clase? —pregunto para romper el hielo, siento que no hablamos hace una eternidad y, tan errada no estoy, esta semana solo nos vimos en clases.

—Agotadora, el profesor es un tirano, pero me divierto —afirma—. Soy de los pocos que pude seguirle el ritmo. —Pongo los ojos en blanco de manera fingida y me río a causa de su ego—. Oye, no seas mala. ¡Es cierto!

—Yo no dije nada —me defiendo.

Comenzamos a caminar casi a la vez, no decimos a dónde planeamos ir, solo nos seguimos el uno al otro. Hace frío y mucho, Ezra parece estar desabrigado así que le ofrezco mi bufanda azul del uniforme. Al principio se muestra reticente a tomarla, pero al final termina accediendo. Sus dedos, para variar, están helados y rozan mi piel enviando miles de shock eléctricos. Me percato que su cabello gotea agua y que por la humedad luce más oscuro que de costumbre. En una de mis visitas al baño de la última media hora, me cruce con los chicos del club de natación; ellos entraban a las duchas mientras su profesor les gritaba algo de los tiempos que no pude comprender, sin embargo, puedo asegurar que la profesora de Deportes da más miedo que él. 

No me delates  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora