2 2 - La «fantabulosa» fiesta de Abigail Robbins (parte 1)

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La emoción me recorre de pies a cabeza con un cosquilleo eléctrico. Estoy ansiosa, lo admito: mi padre me está llevando a mi primera fiesta adolescente de preparatoria. Aunque, en el fondo tengo una espina clavada, y es la misma de siempre. Ezra.

Juro que no lo entiendo. Sus actitudes me vuelven loca. No sé si juega conmigo o realmente le importo, no sé por qué me busca, no sé por qué me trata de una forma «especial» si luego puede ignorarme. A veces siento que parece un chico decente, pero cada vez que empiezo a confiar en él, termina por mencionar que todo lo hace por nuestro secreto; cada vez que tengo la esperanza de que ya ha dejado eso por las buenas, me demuestra que no.

Y yo no lo entiendo, no lo entiendo, y no lo entiendo. Tampoco creo que lo entenderé. No estoy segura de saber hasta cuando podré tolerar esta situación. Porque tampoco me entiendo a mí y lo que siento. Me frustra porque siento que yo soy la única que saldrá lastimada con todos sus juegos.

Por un momento, la emoción se esfuma y estoy segura de que mi padre lo nota porque carraspea con fuerza. Mis dedos juguetean, sin que me dé cuenta, con la pulsera que Ezra me regaló ayer. Detengo el movimiento como si acabara de ser descubierta en alguna especie de crimen y no puedo evitar ruborizarme por imaginar cómo vendrá vestido.

—Tranquila, preciosa. Te irá bien. Ya lo verás. —Apoya su mano en mi pierna y me transmite alguna clase de fuerza paternal.

Trato de volver a centrarme en la fiesta. Ilusamente, me pregunto si será cómo en las películas. Sé que Abi tiene dinero, pero no me imagino cuánto.

—No puedo creer que el padre de Abigail haya sido el que ganó el premio gordo de la lotería navideña del año pasado, es que... —Enciende las luces que avisan que doblará a la derecha y sigue avanzando unos metros más—. Parece de chiste...

Niego con la cabeza. Desde que Ezra lo llamó para pedirle permiso siente que me codearé con una celebridad. Ruedo los ojos con resignación, creo que no entiende la magnitud de tener millones de seguidores y ganar casi el doble de lo que gana él por mes.

El coche se interna en una cortada sin salida por órdenes del GPS y...

—Santa mierda petrificada. Carajo. Dios. Santísima madre. ¿Estás viendo eso, hija? ¿Lo ves?

Mi boca se cae por inercia sin que yo pueda obligarla a cerrarse. El impacto es tal que no puedo regañar a mi padre por insultar como un niñito de jardín de infantes.

—Esto es demasiado —añado cuando el estaciona cerca de la entrada—. Sobrepasa mis expectativas.

Un edificio enorme ocupa el centro de un terreno amplísimo. Siento que es casi tan grande como el colegio. Parece un palacio antiguo, pero con un estilo medio griego. Sinceramente, de arquitectura mis conocimientos son muy nulos. Solo sé que tiene varias columnas griegas y que cerca de una enorme piscina iluminada hay esculturas sin brazos y bancos de piedra. Además, las luces del agua cambian de color como si fuera un estanque de fantasía, el traspaso es tan tenue que te encandila.

No me delates  ✔️Where stories live. Discover now