✨ e p í l o g o ✨

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Varios meses después


Salgo de la ducha y me estiro. Observo mi cuerpo desnudo por un momento en el espejo y sonrío. Mis manos tiemblan levemente, pero estoy decidida. Ya no hay vuelta atrás, o sí, pero no quiero seguir escapando. Siento que si no sucede hoy, no sucederá nunca.

Mientras me desenredo el cabello, miles de recuerdos invaden la mente. Intento controlarme, no quiero arrepentirme de lo que estoy por hacer. Esto es lo que soy yo gracias al camino que decidí tomar. Mis decisiones, mis reglas.

Me visto con un pijama delicado, similar al de cintillos y encajes que me regaló la marca por promocionarlo. Luego, me coloco perfume y salgo al pasillo que da a los cuartos. Miro en dirección hacia la habitación de mis padres. La puerta está abierta y la luz apagada. Ellos no están, se fueron de viaje por el fin de semana y recién volverán el lunes en la mañana para ir a trabajar.

La casa está en total silencio, solo se oye el murmullo alto de la televisión encendida en mi cuarto. Suspiro armándome de valor y tomo el picaporte de mi puerta; mis dedos cosquillean por el contacto.

Mi habitación está tenuemente iluminada. Observo a Ezra que está sentado en la cama y me sonríe con dulzura.

—¿Lista? —pregunta enarcando una ceja.

—Sí... —admito aún con dudas.

—Tranquila, todo estará bien —murmura aún con la sonrisa en sus labios.

Asiento levemente y con dificultad mientras camino directo hasta mi computadora. Me siento en el escritorio de mi computadora y me coloco los auriculares de sonido profesional, tan grandes como los que usaría un DJ. Suspiro. Todo mi cuerpo tiembla.

Emoción, terror, ansiedad, confianza.

«Debo hacerlo; esta soy yo», me repito y doy el único click que sé que cambiará mi vida.

Lo sé. No hay marcha atrás. Mi vídeo está en línea. Dos o tres tres teléfonos suenan con sus respectivos sonidos de notificaciones y mi hermano pega un grito que se escucha por encima de la música que suena en mis auriculares.

Volteo a ver a Tobías y lo veo brincar del puf que estaba usando. Luego, le avienta el joystick que tiene en la mano Ezra que tiene su teléfono en la mano mientras intenta ver el video que acabo de publicar. Mi hermano corre a abrazarme por detrás y yo me río.

—¡Vib, lo hiciste! Por fin me creerán cuando digo que mi hermana es la mejor y que es famosa. ¡Se darán cuenta que nunca mentí! —Me estruja con sus bracitos flacuchos que tienen cada vez más fuerza—. Gracias Ezra por convencerla.

Ezra espera junto a nosotros que Tobías me suelte. Luego niega con la cabeza y y le da, no solo uno, sino los tres joysticks que estábamos usando hace un rato a mi hermano mientras lo empuja y le saca la lengua.

—Yo no la convencí —explica—. Jamás le dije algo; fue su decisión.

—Es cierto —añado algo tartamuda mientras ahora soy envuelta entre los brazos de Ezra—. Dame este logro, niño.

—Y, renacuajo, creo que volví a ganar. Vamos siete a nueve, en algún momento te superaré.

—Eso lo veremos. —Y se tira en la cama junto a los joysticks, seguramente a alardear sobre mí con sus compañeros de colegio.

—¿Lo vemos? —pregunta Ezra mientras arrastra la silla que Tobías trajo de su habitación.

—¿Otra vez?

—Sí, antes de que tus padres regresen y se enteren de...

—¡No! ¿Tenías que decirlo? Cuando se enteren que ayer insulté a Anthony al renunciar al club de Teatro me matarán...

—¿Insultar? Eso es poco... —Ezra pone un gesto solemne y Tobías asiente con mucha insistencia—. Pero además está el hecho de...

—Ey, ¿y tú que sabes? Si no estuviste... —frunzo mi ceño mientras le aviento un almohadón a Tobías.

—No, pero tengo contactos —y se ríe; él muy condenado se ríe.

— Pero además está el hecho de que tus notas han sido pésimas otra vez... —puntualiza bajito Ezra.

Ezra se ríe y Tobías se sienta en la cama, impactado. Me mira con decepción, como si fuera sencillo tener las notas perfectas del chico que tengo a mi lado. No sé, estoy segura de que debe haber encontrado una forma de copiarse o algo, ¡le va muy bien!

Tienen razón, me matarán. Suspiro, ya no tan nerviosa, y miro a la pantalla. El video ya ha comenzado y va por la parte en que me acabo de sacar la peluca y las lentillas. Todas mis preocupaciones desaparecen por un momento y veo mi creación andar. Estoy sonriendo, en el video y ahora mismo.

—... todos tenemos secretos; pero creo que lo importante es descubrir cuál nos afecta, si es sano realmente ocultar las cosas o no. A mí la verdad de Aisha me estaba dañando...

Y dejo de escuchar. Miro a Ezra, que está parado a mi lado, con su rostro sobre mi hombro y me sonríe. Me pregunto si él también tendrá algún secreto que le haga daño, y sea cual sea quiero creer que podré ayudarlo.

Me susurra un tenue «Estoy orgulloso de ti» al oído; pero no soy capaz de asimilar nada porque, como siempre, estoy llorando. No hay remedio para eso, siempre seré la llorona número uno.

Ezra toma mi rostro entre sus manos y me acaricia con sus pulgares. Pronto, rompe toda distancia que hay entre nosotros y me da un delicado beso en los labios. Creo que ambos somos capaces de saborear mis lágrimas.

—Iuuggg... ¡qué asco! ¡Le diré a mi mamá! —chilla Tobías mientras nos lanza el almohadón rosado con forma de corazón que Ezra me regaló en nuestro primer mes juntos.



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