-La piedra y el camino- (*PARTE 1/4*)

46 2 0
                                    

Se hacía oscuro. Quedaban pocos destellos de luz con la suficiente valentía de atravesar las espesas ramas de aquél bosque. Y ella, tan inmersa en su cuaderno de dibujo, no se daba cuenta.

En algunos folios había únicamente garabatos, pruebas de lápiz sin sentido. En otros, habían pequeñas ilustraciones prácticamente fotográficas del paisaje que se le quedaba siempre delante de los ojos. Eran sus obras, su minúsculo mundo detenido por su trazo. Y lo lucía orgullosa bajo el brazo cuando cantarileaba corriendo entre árboles, matojos, arbustos y otro tipo de vegetación. Había animales, por supuesto. Ardillas, pájaros y más variedad de criaturas revoloteando la paz de aquel frondoso bosque. 

De vez en cuando se detenía a observar una curiosa conversación entre dos de esos animales... ¿Qué se estarían diciendo? No lo sabía, pero eran tan graciosos, que se le iba más el tiempo. Y seguía oscureciendo, la luz que se atrevía a abrirse paso ahora era clara, limpia, entera: la Luna saludaba, el Sol hacía unos minutos que ya se había ido a dormir.

Ensimismada en todo aquello, de lo cual había conseguido hacer su refugio de todo lo demás, a penas tomaba conciencia de dónde pisaba. Incluso era incosciente de lo inconsciente que estaba siendo, olvidaba dónde ponía sus pies. Esto le jugó una mala pasada, pues tropezó con una piedra más alta que ella. Mucho más alta, y considerablemente más ancha. Tenía toda la pinta de un monolito, algo encogido por eso. Se colocó las gafas justo a tiempo de evitar que cayeran al suelo. Ahora estaba en una oscuridad absoluta, dado que ese pedrusco estaba justo interrumpiendo la conexión de la luz lunar con su piel.

- Qué raro...-  musitó.

Se apartó un poco, rodeándola, pasando su mano. Sentía una irregular superficie fría en la yema de sus dedos, y una vez le dio la vuelta entera asumió que simplemente era una piedra. Grande. Gigante. Enorme. Pero una piedra. Quizá se había equivocado de camino fue lo primero que pensó dado que no la había visto jamás (y no era fácil obviar a la vista algo así).

Se giró, reconocía todo. Era exactamente el mismo camino que siempre recorría al volver, pero dándose cuenta de que era demasiado oscuro para ella en ese lugar, decidió ignorar aquél hecho. Ya lo pensaría mañana, si eso.

Pequeñas y grandes historiasWhere stories live. Discover now