-Las tres puertas- (*PARTE 1/6*)

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Tras mucha insistencia, al fin había conseguido un par de monedas para comprarse golosinas. Tintineaban alegres en su mano, y ella tarareaba alguna especie de canción mientras saltaba por la calle, contenta. En su pequeña cabecita iba haciéndose una lista de todo lo que compraría, y de cómo repartiría el dinero para ello. Semáforo en rojo: se detuvo. Pese a que sabía que no debía hacerlo, a la que dejaron de pasar coches cruzó aún sin que el semáforo cambiase de color. La urgencia le hizo tener que dar un salto más lejos de lo que pensaba al acercarse un coche que no había visto, con un nefasto resultado.

Una de las monedas se cayó al suelo, justo de canto (¡también es casualidad...!) y rodó, y volvió a rodar. Aquella niña la perseguía sin mirar nada más: quería su moneda, la iba a conseguir, la lograría alcanzar. Eso creyó hasta que, para su desilusión y enfado, vio como se escabullía tras una reja que daba a un patio particular. Escuchó un golpeteo metálico al mismo ritmo, lo cual sólo podía significar que tras esa valla había escaleras y la escurridiza moneda bajaba por ellas.

Empujó con decisión, estaba abierta y entró. Las secas hojas crujían bajo sus diminutos pies, los árboles (casi desnudos) la observaban con altivez. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que no escuchaba ya la calle, ni los transeúntes, ni nada. De hecho parecía que el mundo normal estaba tras esa reja y que ahora estaba en un mundo paralelo completamente alejado al anterior.

La única parte que no estaba habitada por verdes plantas era precisamente, un cuadrado embaldosado en el suelo que daba lugar a las escaleras. Se asomó agarrándose de la barandilla, con la mano que tenía libre apretándose el puño. Una mezcla de miedo y decisión estaban en su interior, optó por recordar todo lo que quería comprarse y el miedo quedó atrás; esta vez no le iba a acompañar.

Pequeñas y grandes historiasWhere stories live. Discover now