-Las tres puertas- (*PARTE 2/6*)

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Durante un momento pensó que aquello no estaba bien, pero ¿qué iba a hacer? No, definitivamente, no se iba a quedar ahí de pie llorando. No era una niña cualquiera. Era una niña fuerte, una niña que luchaba y con ese convencimiento bajó el primer peldaño. Crujió bajo su peso, la maltrecha madera gritó a modo de queja. Siguió, segundo peldaño. Delante de ella la oscuridad parecía poderse tocar, y sin soltarse ni moverse giró la cabeza hacia atrás.

Ya no había luz, y eso que hacía a penas dos pasos que había empezado a caminar. Anduvo algunos peldaños más, cada cuál más protestón que el anterior, hasta que sus pasos dejaron de hacer ruido. El suelo estaba completamente sucio, y había una capa de polvo suficientemente espesa para amortiguar su camino. Buscaba con los ojos algún destello en el suelo, algo que le hiciera pensar que había bajado para algo. Caminó a tientas, con las manos extendidas y notaba como se metía en una especie de embudo. De hecho, las paredes estaban cada vez más cerca, y sentía que eran de fría piedra húmeda. Se estaba poniendo nerviosa, como si una estampida de fantasmas la persiguiera y supiera que no podía retroceder, pero tampoco estaba segura de querer avanzar. 

Ahora el miedo volvía a estar presente, estaba temblando y deseaba con todas sus fuerzas hallar la moneda y salir de esa oscura cueva. "¡Quiero ir a casa!" pensó, pero lo pensó con tanto ímpetu que esa frase salió de sus propios labios. Al darse cuenta se tapó la boca, aunque sabía que no iba a ahogar el eco de su voz resonando. Espera... ¿resonando? Eso sólo podía significar... ¡que había una sala grande a pocos pasos! Era una esperanza. Corrió como pudo (aún podía darse cuenta de que la moneda, ahora en su bolsillo, iba golpeándole el lateral lo cual le daba tranquilidad de saber que no había perdido también la otra). 

Y de pronto, llegó. De pronto, estaba ahí.

Pequeñas y grandes historiasWhere stories live. Discover now