-El péndulo- (*PARTE 2/2*)

8 2 0
                                    

Una voz algo menos amigable fue la que le respondió. El sonido de la inconfundible hojalata acompasaba cada una de las palabras. Se trataba del tiovivo. El resto de objetos enmudecieron al instante.

- ¿Acaso te dirigías a Pluma directamente? ¿O has lanzado una pregunta al aire sin más?— le desafió.

- Lo cierto es que no me dirigía a nadie en concreto, pero al menos Pluma tuvo la amabilidad de responder.— bastante enfadado estaba ya Péndulo por no tener respuesta a una cuestión tan sencilla, como para que ahora le vengan a molestar.

- ¡Pero no pasa nada! ¿Verdad? Todos somos amables, y todos nos respondermos, y todos nos hablamos, ¿qué hay de malo? Por cierto, Péndulo, déjame decirte que Tiovivo tampoco te sabrá responder.— interrumpió de pronto el Señor Reloj viendo que se avecinaba una trifulca. Realmente parecía, por su voz, que era una situación común y que siempre era él quién tenía la responsabilidad de mediar. Sería por cuestión de su edad, probablemente.

- Supondremos que no pasa nada.— replicó Tiovivo.— Y si tan amables somos todos, no dejaré a este... "objeto" sin respuesta.— la palabra objeto la dijo con un desdén que era imposible obviar.— Verás, tampoco has acertado. Todos somos una conexión y si uno falla en su función, los demás quedamos colgando de un hilo destensado. Pluma escribe sobre las fotografías de Lancaster, eso es cierto. Pero Pluma es inútil si Lancaster no puede fotografiar. Por otra parte, Lancaster en sí es inútil si no tiene nada que fotografiar. El Señor Reloj (lo mencionó con educación, al parecer le tenía un mínimo de respeto) es necesario en todo momento pues es el que lleva el tempo y el ritmo. Pero ¿de qué sirve ser guía sin tener a quién guiar? Exacto, no sirve de nada. Yo, por mi parte, me dedico a girar sobre mí mismo. ¿Eso ayuda a los demás? Para nada. Pero soy la distracción, la escapatoria de la rutina, soy la diversión. Así que hago falta, como todos.

Péndulo procesaba esa información como podía pero era demasiada, con lo que se contentó resumiéndose: "todos hacen falta, y todos se hacen falta". Aunque cayó en una cosa al pensar esto:

- ¿Y las cajas?— preguntó. Las había olvidado completamente.

- Las cajas son, si más no, lo más importante. Porqué nuestro dueño, es decir: el que escribe, el que pone en hora los relojes, el que pulsa la cámara y el que me da vueltas, siempre nos lleva allá donde va. Así que las cajas, como ya habrás supuesto, son vitales.

Así que... Él, Péndulo, era el único que no hacía falta para nada. Era innecesario. Era inútil. Era un objeto más que no vería el interior de esas cajas. Estaba ahí por estar, simplemente. Quizá ni siquiera había sido comprado. Quizá fue regalado, o peor: encontrado. Lancaster se dio cuenta de ello, pues estaba acostumbrada a retratar las reacciones y emociones de los demás.

- No, para nada.— le dijo, como si le leyera esos miedos.— Precisamente tú eres de los más importantes. No tanto como las cajas, claro. — añadió viendo que una de ellas se abrió un poco para soltar una nube de polvo, a modo de protesta.— pero sí muchísimo.

- ¿De verdad? Y entonces... ¿Para qué sirvo exactamente?

- Sirves para que nuestro dueño, al entrar aquí, siga viendo vida. Siga sintiendo que en esta habitación hay un ritmo constante, un movimiento que persiste. Para sacarte de dudas: llevamos aquí vidas, no años. Muchas vidas. Así que no las cuentes, simplemente sigue haciendo lo que mejor haces: vive. Que nosotros nos quedaremos callados, aquí, sin siquiera molestar.

Pequeñas y grandes historiasWhere stories live. Discover now