Capítulo 6

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Intenté leerte cómo un libro, pero tus hojas me cortaban cada vez más.

Pov Calle.

Caminé sosteniendo mi nariz para llegar al lugar en donde se guardaban las pertenencias de los clientes, o sea los vestidores. Llené de aire mis pulmones y quité el papel con algo de sangre en mi nariz.

«Ese chihuahua rabioso me las va a pagar» Pensé sintiendo mi abdomen adolorido.

— Aquí estás.— Escuché de pronto, detuve mis pasos y me encontré con Dallas.

—¿Qué quieres?— Respondí malhumorada, Dallas hizo una mueca viendo mi nariz.

—¿Qué rayos te pasó?— Indagó viendo mi estado, rodé los ojos.

— Un chihuahua me atacó.— Me limité a responder, Dallas soltó una carcajada.

—¿Poché? ¿Ella te hizo eso?— Preguntó sosteniendo su estómago, lo ví con mala cara.— Diablos, su hermana no mentía diciendo que era un peligro.— Añadió mi mejor amigo limpiando lágrimas de sus ojos por la risa.

— Deja de burlarte, ¿Quieres?— Respondí caminando otra vez, Dallas venía detrás de mi.

— Es que mira cómo te dejó.— Comentó aún sin dejar de reír, torcí los labios.

—¿Para que me buscabas?— Cuestioné tirando el papel sucio a la basura.

— Tú papá te está buscando.— Contestó Dallas, llevé una mano a mi frente y suspiré.

— Lo que me faltaba, iré luego.— Me limité a responder, mi padre era un dolor de cabeza a veces.

—¿Qué llevas ahí?— Inquirió Dallas, intentando quitar el cuaderno de Poché de mi mano, la alejé rápidamente.

— Nada que te importe, baño público.— Corté tajante, pasando el cuaderno a mi otra mano.

Dallas soltó una risita y me acompañó, una vez llegué a mi destino me dirigí al que era mi casillero, abrí este y empecé a sacar ropa seca, metí el cuaderno de Poché al casillero y cerré el casillero de nuevo.

Dallas, mi mejor amigo me observaba expectante, cómo si estuviera esperando que le contará algo. Siempre era así, él esperaba y yo le contaba lo sucedido, pero éste no iba a ser el caso.

Por alguna razón me ponía muy recelosa al hablar de la enana peliazul.

—¿Es de Poché, cierto?— Preguntó Dallas recargandose en los casilleros.

— Ajá.— Respondí cortante, poniéndome la camiseta seca.

—¿Por qué insistes en molestarla?— Indagó pensativo, posando una mano en su barbilla.

— No empieces, Dallas.— Dije rodando los ojos, abriendo el casillero de nuevo y sacar mi desodorante.

— No, de verdad.— Habló Dallas, tapándose los ojos para que me pusiera mi jean.— Se ve que es buena chica y tú siempre la haz molestado.— Añadió con tono de voz misterioso.

— Puedes ver.— Avisé a mi mejor amigo, tomando el desodorante y pasarlo por mi axila.

—¿Por qué la molestas? ¿Por qué no cae en tus encantos?— Cuestionó Dallas soltando una risa entredientes, rodé los ojos metiendo el desodorante al casillero y sacar mi perfume.

— Solo me divierte verla tan enojada.— Contesté encogiendome de hombros, echándome perfume.

—¿No será que te gusta?— Arrojó Dallas con diversión.

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