Capítulo 24

8.1K 599 456
                                    

Buscándote en rostros ajenos y darme cuenta que ya no estás.

Pov Calle.

Solté un suspiro cansado mientras mis pies se hundían en la piscina de mi casa, estaba aquí hace horas en pijama. Me sentía frustrada, desorientada y triste, no me sentía bien y nada se sentía bien.

Habían pasado dos días desde la muerte del papá de Poché, fue una trágica noticia para las hermanas Garzón, tanto cómo para sus mejores amigas y hasta para mí misma. Mis padres se dieron cuenta de la noticia y se hicieron cargo de todo, después de todo Juan Carlos era un gran amigo de papá.

No entendía cómo hace unos días Juan Carlos me saludaba con alegría y ayer me hacía la fuerte con su hija tras sepultarlo bajo tierra.

— Poché...— Susurré con tristeza.

Miré hacia arriba y la oscura noche juntos a los millones de puntos blancos envolvieron mi vista junto a una ligera brisa. Después del sepulcro de Juan Carlos, Poché simplemente rompió mi corazón.

Sabía que estaba sufriendo, pero yo solo quiero estar con ella, apoyarla, cuidarla, protegerla y ella simplemente me disparó justamente en el corazón con su frialdad e indiferencia. Sus palabras taladraban mi cerebro y corazón con insistencia...

Estacioné el coche en la entrada de la casa de los Garzón, apagué el motor y saqué la llave para dejarla en mi mano. Había sido un día muy triste y pesado, suspiré y miré a mi costado, Poché estaba pérdida en la ventana.

—¿Quieres entrar, mi amor?— Susurré intentando tomar su mano, ella la alejó y sentí una punzada en mi pecho.

— No me llames así.— Pidió con voz hostil, sin siquiera verme.

— Oh...— Solté pasando una mano por mi cabello.— Lo siento, no vuelve a pasar...— Musité jugando con las llaves.

Moví mis pies en el agua cálida, esbozando una sonrisa triste, pero muy probablemente parecía una mueca dibujada en mi cara.

Primera herida, una grieta a mi corazón...

Después de lo que pareció una eternidad, Valentina convenció a Poché de entrar a casa. La mayor de las Garzón se veía cansada, apagada y totalmente decaída.

Paula y Laura acompañaban a las chicas, yo mantenía mi distancia, porque no sabía que hacer después de lo que me había dicho María José.

— Poch.— Mencionó Paula, viendo a María José sentada en el sillón.—¿Quieres algo de comer?— Inquirió con una pequeña sonrisa.

— No.— Contestó Poché en modo automático.

Torcí los labios al ver la preocupación de las chicas, a paso lento me acerqué a ella, poniéndome de cuclillas intentando buscar su mirada, tomando sus manos.

— Deberías comer algo, bonita.— Sugerí con dulzura en mi voz, ella alzó la vista y me vió.

— No me digas que hacer, Daniela.— Espetó con voz seria, bajé la vista tragando grueso.

— Calle solo te cuida, Poché.— Replicó Valentina en forma de regaño, suspiré.

— Pues que no lo haga.— Contestó María José alejando sus manos de mi.

Cerré mis ojos y escuché los sonidos de los insectos en la maleza. Ella me quería lejos, era lo único que quería, pero yo era tan terca que a pesar de todo me quedé con ella. Aún y cuando sus palabras me habían lastimado.

La lista || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora