Capítulo 32

9.3K 572 290
                                    

Caminos separados, con almas gemelas sangrando al haber coincidido.

Pov Poché.

Sentía que estaba soñando, sentía que todo era irreal, simplemente no podía creer que después de tantos años, después de tantos sueños por las noches, se hacía realidad el volver a besar a mi castaña engreída.

Había extrañado sentir sus labios, sentir sus manos aferrándose a mi cintura, saborear el vaivén de su boca y enloquecerme con ella. Entonces lo recordé, la separé de golpe y ella tastrabilló.

Tragué grueso sintiendo mi ropa mojada de pies a cabeza, escuchando la tormenta, las gotas de agua aún cayendo sobre mi cabeza, escuchando los latidos de mi corazón, Daniela me vió desconcertada y entonces empecé a dejar golpes en su pecho.

—¡¿Poché, qué mierda?!— Gritó, alzando sus manos y esquivar mis golpes.

—¡Eres una idiota!— Espeté furiosa, dejando golpes en sus hombros y torso.

— Ya, ya, ya...¡Ya!— Gritó Daniela, tomando mis muñecas fuertemente, me removí intentando safarme.—¿Te sientes mejor?— Preguntó al ver que había parado mi lucha.

— No. Suéltame.— Exigí Intentando soltar mis muñecas.

—¿Por qué los golpes?— Inquirió pegandome a su cuerpo de golpe, retuve el sonido gutural de mi garganta.— Dímelo y te suelto.— Ordenó viendo mi rostro.

Dios, no era fácil ver a una diosa con el semblante serio, tomando mis muñecas, con pequeñas gotas de agua cayendo por su suave e impecable piel.

«Siento calor y está lloviendo» Pensé viendo la boca entreabierta de Daniela.

— Calle, suéltame.— Ordené con mi voz estropeada, apreté los labios.

— Te pregunté algo, María José.— Exigió la castaña frente a mi a centímetros de mi boca, tragué grueso.

— Porque sigues siendo una idiota.— Repliqué.— Porque hace unas horas te estabas besando con otra y ahora vienes y me besas.— Daniela alzó una ceja y sacudió su cabeza.

—¿Podemos ir al coche?— Inquirió, negué con mi cabeza.— Te puede dar un resfriado.— Habló en reproche, rodé los ojos.

— Responde y te digo si me voy contigo o no.— Alcé una ceja esperando, Daniela bufó.

— Está lloviendo, Poché. No seas infantil.— Habló seria, me sentí chiquita ante su tono de voz.

— De acuerdo...— Murmuré sintiendo la timidez llegar a mi de la nada.

Calle soltó su agarre para tomar mi muñeca, decidí ignorar que su tacto me ponía nerviosa y ansiosa de que me tocará más. Bajo la lluvia caminamos hasta llegar a su auto, solo ahí soltó mi muñeca para abrirme la puerta, bufé y me subí al coche.

Ella rodeó el auto y se subió, por suerte los asientos del auto eran de cuero, por lo cuál quitó su gabardina mojada y la tiró al asiento trasero, me vió unos segundos soltando un suspiro y arrancó el coche yendo a mi hotel.

En el hotel.

Todo el camino fue silencioso, Calle solo se limitó a manejar y yo ver la ventana, mientras sentía un tremendo frío. Si, mi cuerpo estaba bipolar, aún y cuando mi acompañante había puesto la calefacción sentía frío.

Ahora caminábamos a mi habitación de hotel en total silencio, no sé porqué pero me ponía muy nerviosa saber que estaríamos en una habitación, a solas.

La lista || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora