TRECE.

25 9 0
                                    

Dos meses habían pasado desde la muerte de mi madre y decidí que era momento de dejarla ir, al final lo único que tenemos asegurado los humanos es la muerte, y aunque la primera etapa sea la negación entendí que ya no podía hacer nada y que aunque el dolor estuviera presente tenía que seguir con mi vida y salir adelante por papá y por todas las personas que me rodeaban.

Até mi cabello en una coleta alta y tomé mi bolso, sería el primer día en dos mes que volvería a salir con mis amigos, desde el velorio no había sabido nada de Thomas y eso me estaba matando, pero era él quien se había alejado y no había vuelto a escribirme, así que decidí que tampoco iba a hacerlo. Quedamos en ir a caminar por las calles de Dexter sin destino alguno, a veces no necesitábamos hacer planes para que las cosas salieran bien.

Terminé de poner mi zapato y bajé las escaleras encontrándome con Mackenzie y el desconocido el cual creía que se llamaba Leamdro, en realidad no me importaba. Pasé por su lado sin decir una palabra y me encaminé a la puerta para abrirla y salir mientras el par de tórtolos me seguían, extrañaba a la Belinda de hace dos meses que era feliz y que vivía su vida como una verdadera adolescente disfrutando de sus vacaciones, pero esto se esfumó. Mi vida tras la muerte de mi madre se había vuelto un completo caos, sin embargo ya estaba un poco más organizada pero estaba segura de que cuando comenzará nuevamente la universidad sería peor.

En cuanto aquel chico de ojos grises, no supe más nada de él. Desapareció de la faz de la tierra dejándome increíblemente decepcionada, me sentía usada, cuando por fin volvía a enamorarme la ilusión se vino abajo mostrándo la verdadera y dolorosa vida real. En el fondo de mi corazón sentía que él estaría para mí en el horrible proceso, tenía la estúpida mentalidad de que le importaba, pero todo era falso... Como siempre.

La ventisca golpeaba mi rostro y en ese momento sentí la nostalgia abarcando cada rincón de mi ser. Extrañaba salir con Thomas, extrañaba visitar el bosque especial. Y lo extrañaba a él.

Asimismo extrañaba los cálidos abrazos de mamá cada vez que me sentía triste, cansada o feliz, extrañaba sus tibias manos en mi rostro acariciando mis mejillas y brindándome un calor especial. Extrañaba sus consejos, extrañaba su risa, extrañaba su voz, extrañaba su rostro. Y la extrañaba a ella.

Mis ojos ardían mientras yo luchaba por no derramar una lágrima, con suerte logré entretenerme viendo a las personas caminar, los chicos venían detrás de mi en medio de caricias y juegos estúpidos que de vez en cuando me hacían poner los ojos en blanco. Y de pronto una silueta que conocía perfectamente se hizo presente en el lugar, sentí mi corazón dar un brinco, mientras mi pecho se llenaba de emociones. Pero mi mirada se posó a su lado.

Thomas tenía a una mujer embarazada tomada de la mano.

Entonces sentí como si alguien me tirara agua con hielo empapando mi cuerpo, vi exactamente el momento donde me reconoció y soltó a la chica para correr hacia mi, pero entonces yo me di la vuelta y empecé a trotar a mi casa nuevamente mientras el líquido caliente bajaba por mis mejillas.

—¡Bel! ¡Bel espera!—comencé a correr más rápido cosa que fue en vano, pues unos minutos después sentí que me tomaba por los hombros y me giraba hacia él—¡Oh Dios, Bel! ¡Te extrañé tanto!.

Y entonces juntó nuestros cuerpos en un abrazo, y aunque quería alejarme no podía, no tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

–¿E-es tuyo?—Logré pronunciar intentando dejar de llorar.

—¿Qué?—pareció entenderlo porque sentí la vibracion en su pecho que aparecía cada vez que reía—Bel, ella es mi prima.

Estúpida.

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now