VEINTISIETE.

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Jueves en la mañana y aún mi padre no estaba al tanto de que me iría.

No tenía las agallas para decirle que ya no viviría con él, no sabía como iba a reaccionar. Tenía miedo, pero debía hacerlo.

Jueves en la tarde y aun no podía.

Cuando me iba acercando a él, me retractaba y volvía a mi habitación, por última vez bajé las escaleras decidida, la bilis se me subió a la garganta cuando sin pensarlo abrí la puerta de su estudio encontrándomelo en su ordenador tecleando algo.

Vamos Bel...

¡Tú puedes!

No puedo.

Su mirada subió a mi rostro cuando iba a salir del lugar, dejándome estática sin poder mover un solo hueso, su ceja enarcada me indicó que estaba esperando que hablara, así que tras tomar un gran suspiro me acerqué a él poco a poco sintiendo el sudor en mis manos.

—Padre, yo...—comencé aclarando mi garganta.

—¿Qué pasa pequeña?

—Bien—volví a suspirar pensando en como diría esto—. El padre de Thomas tiene una enfermedad que solo puede curarse en El Consejo....

Tragué el nudo que se me había formado en la garganta e intenté volver a hablar, pero mi padre me interrumpió.

—¿Quieres ir con él pequeña?—sentí como si mi cuerpo volviera a la normalidad cuando una sonrisa se plasmó en su rostro. Asentí con cautela esperando una respuesta de su parte.

—Bien hermosa, pero júrame que no te vas a olvidar de este pobre viejito y que al menos le escribirás una vez por día.

Esperen. ¡Lo hice!

Sintiéndome ridícula por esperar tanto para decirle me lancé hacia el sintiendo el mismo olor de la colonia de mi chico... Mi chico.

Salí del estudio corriendo a mi cuarto, ni había revisado mi teléfono. Conseguí cinco mensajes sin leer, todos de Thomas.

8:15 am.
Gray♡: ¿Amor?

10:00 am.
Gray♡: Bel respóndeme, dime cómo estás.

2:25 pm.
Gray♡: Bien no quieres hablar, entiendo. El viernes en mi casa Bel, te amo. No me dejes.

Las ganas de responderle crecían cada vez más en mí, pero no lo iba a hacer, le haría caso a mi amiga y si, tal vez quería que sufriera un poco.

Solo un poquito.

A las ocho de la noche Mackie y Elle llegaron a mi casa, se suponía que además de ayudarme a arreglar todas mis cosas íbamos a tener lo que ellas llamaron "La noche de la despedida" Me dolía, me dolía tanto dejarlas, dejar mi vida social, dejar a Dexter... pero esto era necesario, para mí y para Thomas, Mackenzie lo dijo, antes que nadie siempre estaré yo.

—Te extrañaremos tanto pero tanto, Beli—confesó Mack guardando las últimas cosas en la tercera maleta, que por cierto era una de las que ella trajo en su vuelo de navidad.

La misma navidad en la que lo conocí.

—No sé qué será de nuestras vidas sin nuestra amiga mandona.

Me reí con lo último que había dicho Elle, solo ellas podían hacerme sonreír en ese momento tan emotivo.

—Podrán ir a visitarme cuando quieran.

Ellas asintieron resignadas a dejarme ir, no podía creerlo... toda mi vida quedaría atrás y volvería a comenzar desde cero.

—¿Vemos una película?—propuso la pelirroja en cuanto habíamos terminado de empacar.

—¿Podemos ver "La Bella y la Bestia"?—sonreí traviesamente mientras Mack volcaba los ojos.

—La hemos visto cien mil veces, Belinda. Esta vez veremos "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos"

—Solo con el nombre sé que me hará llorar.

No me quedó más opción que acostarme junto a ellas tratando de prestarle atención a la película, pero no pasó mucho cuando me quedé profundamente dormida.

***

—¡Belinda ya es tarde!—Escuchaba la voz muy lejos, mientras me removía queriendo seguir durmiendo.

—Thomas se irá y te dejará.

Solo esto bastó para que mis ojos se abrieran y diera un brinco en mi cama quedando de pie y mareandome en el intento.

—¡Mierda!—exclamé cuando caí de bruces en la cama—¿Qué hora es?

Mis amigas me veían intentando aguantar una risilla.

—Son las diez de la mañana. No puedes esperar al último momento y llegar como las típicas películas clichés, cuando está apunto de irse.

Asentí y me dirigí al baño para hacer mi aseo personal lo más rápido que pude, abajo mi padre nos esperaba con el desayuno listo. Sonreí con nostalgia sabiendo que ya no viviría con ese ser tan dulce.

—Te amo, amor. Espero que te vaya bien en tu vida. Bel, sé que no eres mi hija biológicamente, pero lo eres de acá—señaló su corazón—. Siempre serás mí, pequeña lucecita.

Mordí mi labio inferior conteniendo las lágrimas, odiaba a Thomas, el me había vuelto sensible.

—Te amo más, papi.

Hora de despedirme. Mis amigas me veían expectantes esperando un último adiós, las abracé sonriendo en medio de las dos.

—Jura que nos llamarás. Bel, júralo.

—Bien, lo juro por "La Bella y la Bestia"

Al contrario de Elle, Mack estalló en risas ante mi mal chiste.

—Y ustedes, júren que me visitarán.

—Lo juramos por el cursi de tu novio.

Ahora si, las abracé por última vez y me alejé, volví a abrazar a mi padre unos minutos. Y entonces subí al auto, mis ojos repararon una última vez a mi hogar, mi hogar de toda la vida donde mi madre me había enseñado que la felicidad lo era todo en la vida.

Y yo iba rumbo a cumplir todas sus enseñanzas, en el camino para las personas que me veían tal vez pensaban que estaba hablando sola, pero no. Estaba despidiéndome de mi madre por última, porque decidí que era momento de dejarla ir. Completamente.

—Gracias por tu amor, gracias por mostrarme que él era el amor de mi vida, gracias por todos los años en los que me enseñaste cada cosa buena o mala. Gracias por enseñarme el verdadero sentido de la familia. Gracias a ti mamá, por ser la mejor madre del mundo.

Con lo último dejé salir un gran "Te amo" el cual se perdió en el aire, y mi viejo y oxidado auto se parqueó en la casa del chico que amaba justamente a las doce y media de la tarde.

Había llegado temprano.

La rosa de nuestro amorKde žijí příběhy. Začni objevovat