DIECISÉIS.

29 5 0
                                    

El avión tomó altura y mis nervios se hicieron presentes al ver la tierra firme a unos cuantos metros de altura, siempre había tenido vértigo. De pequeña no podía usar columpios ni subir a las montañas rusas como solían hacerlo los otros chicos. Por su parte Thomas estaba totalmente relajado escuchando música a mi lado.

No tuve mas remedio que suspirar y recostarme en su pecho tratando de calmarme, entonces sentí su mano en mi odio y luego la melodiosa armonía de Happier de Olivia Rodrigo entró por mis oídos haciéndome sonreír al instante.

Me había puesto su audífono.

Cerré los ojos disfrutando de la hermosa armonía, amaba tanto esa canción. Y luego de unas horas sentí que mis ojos se cerraban solos, y luego me quedaba completamente dormida.

***

El movimiento por las turbulencias me despertó, estábamos a punto de llegar a nuestro destino. Miré a un lado encontrándome con Thomas el cual dormía como un pequeño bebé, sus labios estaban entreabiertos, entonces la aereomosa me avisó que íbamos a aterrizar, así que una vez volvimos a tocar tierra firme me acerqué al chico y deje un casto beso en sus labios el cual lo despertó inmediatamente.

Cuando llegamos al hotel el reloj marcó las siete de la noche, estaba exhausta y ni siquiera sabía de qué. El sitio se veía idéntico a las fotos que mi amiga anteriormente me había mostrado, mis sentimientos se habían vuelto un desastre cuando analizé y supe que estaría completamente sola con un chico en un hotel. Pero la idea no me desagradaba.

El recepcionista nos llevó a nuestra habitación y no supe ocultar mi asombro al ver una sola cama en esta... Esto significaba que, ¡teníamos que dormir juntos! El pareció notar mi incomodidad porque enseguida propuso que el dormiría en el sillón. Pero no lo dejaría, no era justo para él. Así que me negué completamente a eso.

Vamos, en el fondo también quería dormir con el.

Si, dormir.

Fui al baño acompañada de mi malestar lista para colocarme mi pijama larga de ositos, y una maldición salió de mi boca al ver solo unas pijamas muy cortas empacadas. Solo dos personas pudieron haber hecho eso.

Malditas.

No me quedó mas remedio que vestirme con una pijama unicolor de dos parte, la camisa era de tirantes color rojo, y el short apenas lograba tapar mis nalgas, suspiré internamente odiando a mis amigas en ese momento, ¿y ahora como daría la cara? La vergüenza se apoderó de mi en cuanto mi mano tocó la puerta para abrirla.

Cuando al fin logré hacerlo lo primero que visualicé fue que Thomas estaba acostado sin camisa... revisando su celular, al sentir mi presencia su mirada se clavó en mi, pude ver que hizo un esfuerzo en no mirarme de arriba a abajo pero al parecer se le hizo imposible. Así que al final terminó haciéndolo.

Inmediatamente mis dedos se posaron en mi ceja, caminé hacia la cama acostándome del lado opuesto de donde el se encontraba, sentía mi corazón en mi garganta. No sabía que pasaría, pero me estaba empezando a gustar.

Entonces su mano se posó en mi cintura, y me tensé al instante, mi respiración comenzó a dificultarse, pero me sentí mucho más aliviada cuando su aliento se tranquilizó y supe que se había quedado dormido. Y después de eso yo hice lo mismo, hasta el siguiente día.

***

La playa de Santorini era una de las mejores cosas que habían pasado por mis ojos a lo largo de mi vida, el sol comenzaba a ocultarse cuando llegamos a ella, la mano de Thomas estaba entrelazada con la mía brindándome un calor completamente especial, mis pies se paseaban por la arena y mi cabello se revolvía con el viento. Un vestido largo color blanco tapaba mi cuerpo el cual debajo de este tenía un traje de baño.

Thomas me guiaba por todo el camino como si conociera este lugar mejor que nadie, entonces llegamos a un sitio específico. Mi mano soltó la de él inmediatamente al ver en la arena un corazón que adentro decía "¿Esta chica bonita quiere ser mi novia?"

Y por primera vez recibir esta propuesta no fue como normalmente solía pasarme. El shock está vez no se apoderó de mi, reaccioné de inmediato llevando una mano a mi boca sin poder creer lo que mis ojos presenciaban. Me giré hacia el chico sintiéndome abrumada por las emociones que agolpaban mi pecho, dudaba que de mi garganta saliera una palabra, entonces solo le dediqué un asentimiento de cabeza, esta fue la aprobación para que sus labios se juntaran nuevamente con los míos al compás.

Estaba tan feliz que todo en él mundo se había esfumado, solo éramos el y yo en medio de una maravillosa playa, siendo felices, siendo nosotros mismos.

—Te quiero, florecita—murmuró él cerca de mi oído.

—Te amo, Thomas. Te amo como nunca antes había amado a alguien, eres el amor de mi vida. Te lo juro.

Sus ojos se cristalizaron y sentí la opresión en mi pecho, no podía creer que esto estuviera pasando. Todo parecía un sueño, un sueño del que nunca quisiera despertar.

—Yo... También eres el amor de mi vida, florecita-una lágrima rodó por su mejilla haciéndome sentir aún más sensible, jamás lo había visto llorar así. Y que fuera yo la causante de eso me partía el corazón.

—Nunca me vas a dejar, ¿verdad?—pregunté mirando sus ojos grises y sonriendo de felicidad.

—No lo haré, florecita. Nunca haría eso.

Éramos un maldito cliché, y como me encantaba serlo junto a él. Antes odiaba las relaciones que pintaban en los libros, lo odiaba muchísimo. Pero ahora estando aquí y sintiendo el sentimiento del que tanto hablaban estas hojas con tinta supe que los amores bonitos si existían. Y estaba increíblemente feliz solo porque yo, Belinda Clark estaba viviendo uno.

—¿Puedo decirte una última vez lo mucho que te amo?—asentí juntando nuestras frentes—Pues Te amo, florecita.

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now