TREINTA Y UNO.

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Mis ojos se posaban en la entrada cada cinco segundos, mis dedos se movían ansiosos en mi pierna, estaba muy nerviosa. Esperaba a Mackenzie en el comedor de mi casa, no había pasado mucho desde que ella había salido a la farmacia, aun así esta quedaba a muy pocos metros de mi casa.

Ya debería haber llegado.

Me fue imposible no sobresaltarme y ahogar un jadeo cuando la puerta se abrió de par en par dejándome ver una cabellera azul muy despeinada. Tapé mi boca para que la risa no se escuchara en el cuarto donde Thomas estaba dormido, en los brazos de mi amiga habían unas seis pruebas de embarazo, respiré profundamente y tras hacerle una seña para que me siguiera comencé a caminar hacia el estudio, era el lugar que estaba más lejos de mi cuarto y estaba segura de que mi hombre no nos escucharía.

Aunque hacer pis en un vaso era una de las cosas más asquerosas que había hecho en mi vida, no me importó. Solo quería salir de la duda. Estaba aterrada, aterrada porque apenas había pasado un mes desde el aborto de mi primer hijo, y no sabía las consecuencias que esto podría traerle a la nueva criatura.

—Hazlo—mi amiga estaba a mi lado esperando que yo introdujera el test en el vaso con orina, y después de suspirar. Lo hice con todas las pruebas y una vez estaban listas las dejé en el escritorio para esperar los respectivos tres minutos. 

—Estoy temblando—confesé acercándome a mi amiga para que me abrazara.

—Te juro que yo también.

—¿Y si sale que no?—pregunté, y mi voz salió más apagada de lo que esperé.

—Pues sigues intentándolo. 

Y el reloj sonó indicando que estaba listo, la miré mordiendo mi labio y ella me dio un pequeño empujón para que me acercara a la mesa, tomé su mano acercándome a la mesa junto a ella pero no podía, entonces cerré los ojos dejando que ella viera el resultado y... Ella se tensó.

—Bel...—comenzó asustándome aun más, no pude aguantar más y abrí los ojos.

Embarazada, embarazada, embarazada, embarazada, embarazada, embarazada.

Los seis test que estaban en la mesa tenían el mismo resultado, mis ojos se llenaron de lágrimas y tomé uno de ellos pegándolo contra mi pecho, me giré hacia mi amiga la cual ya era un mar de lágrimas inhalando con fuerza.

—¡Maldita sea, seré tía!—Y sus brazos me envolvieron nuevamente, no sabía cómo reaccionar solo tenía una mezcla de sentimientos, entre ellos felicidad, miedo y  preocupación. ¿Cómo le diría esto a Thomas? No tenía ni idea, pero estaba segura de que iba a ser muy especial.

Incluso más que la primera vez .

***

Esa misma tarde salí de casa con rumbo al centro de El Consejo, para así comprar alguna ropa de bebés, ya tenía todo planeado para esa tarde. Y quería hacerlo cuando Mack saliera a buscar al chico a la parada de buses.

También pasé por un laboratorio donde me hice un examen de sangre solo para verificar. Tenía un poco de miedo de que saliera negativo, pero todo esto fue remplazado con felicidad cuando vi el grande positivo impreso en esa hoja.

Terminé comprando una camisa y unos zapatitos blancos, también una cajita sorpresa y algunas bolsas de confeti para llenar la caja. Llegué a casa e hice todo esto en el estudio. Era increíble que Thomas siguiera dormido, aunque en el fondo agradecí eso pues así no sentía tanta presión.

Llené la cajita con los seis test de embarazo y la prueba de sangre, terminé con la camisa y los zapatos y... estaba listo. Mack salió rumbo a la parada de autobuses cuando terminé de armar todo, estaba increíblemente nerviosa.

Sabía que esto podía ser peligroso, tal vez un embarazo de alto riesgo. Pero quería aferrarme a la mínima posibilidad de que todo saldría bien, y tendría a mi bebé en mis brazos en muy poco tiempo.

Caminé hasta el cuarto con la caja en mis manos, tomé el pomo y abrí la puerta y con suerte el chico que dormía ya estaba despierto, pero entonces me puse aún más nerviosa cuando su mirada se posó en mí, y luego en la caja que estaba en mi mano.

—¿Qué es eso, chica bonita?—preguntó confundido, me acerqué a él sentándome a su lado y tendiendo la caja hacia sus manos para que la tomara.

—Ábrelo.

Con sus manos rasgó la pequeña hoja que cubría la parte de arriba y destapó la caja, no me centré en más nada que no fuera su cara. Todas sus facciones se tensaron al ver el contenido de esta, entonces vi el momento exacto donde sus ojos se cristalizaron y la pequeña lágrima salió.

—Júrame que esto no es una broma—suplicó mirándome a los ojos y yo negué a punto de romperme también.

—Te lo juro.

Y él se levantó de la cama con la respiración agitada y comenzó a saltar en el aire, yo reí levantándome de la cama, y sus brazos me envolvieron cargandome en el aire.

—¡Seré papá!—y me bajó bruscamente soltando una maldición por lo bajito, yo reí acariciando su pecho desnudo—. Escúchame, Bel. Te juro por lo más sagrado que tengo que esta vez nada va a impedir que tengamos a ese bebé en nuestros brazos.

Asentí dándole la razón, jamás dejaría que alguien volviera a hacerle daño a mi bebé. Jamás dejaría que alguien volviera a quitarme mi felicidad.

Y tras esto tomé su cara entre mis manos y junté nuestros labios dulcemente, recordando todos los momentos que había pasado a su lado, agradecía a el cielo el hecho de ponerlo en mi camino, porque no sé que sería mi vida si ese chico pelinegro no estuviera a mi lado.

No sé qué sería de mi vida, si en este momento no me sintiera tan amada. Y no sé que sería de mi vida si en medio de mi terquedad hubiera dejado que él viniera solo y se olvidara de mí para siempre.

—Creo que todo esto se lo debemos a esa rosa que nos cumplió el deseo—murmuró cerca de mis labios.

—A la rosa de nuestro amor.

—La rosa de nuestro amor.

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now