Epílogo.

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Día después de la boda.

Belinda.

Con mis ojos observaba el cuarto de mis dos pequeños, la mitad lila y la mitad verde como casi todas sus pertenecias. Consideraba el hecho de que si al crecer sería mejor cambiarlos de cuartos o dejarlos a los dos ahí.

La colonia que tanto amaba impregnó el lugar avisándome que mi esposo había entrado a el cuarto, me giré y afirmativamente él estaha ahí parado en la puerta mirandome fijamente, sonreí acercandome a él y tomando su cuello entre mis manos.

—¿Cómo estás?—preguntó acariciando mi rostro y yo dejé un beso en su mejilla.

—Después de anoche, ¿quién no estaría bien? —su pecho vibró gracias a la risa, aún estando casados mi corazón se aceleraba al estar junto a él, y me gustaba muchísimo esa sensación.

Uno de los bebés echó a llorar haciendo que el otro despertara, solté una risilla corriendo hacia la cuna de Matt quien lloraba desconsoladamente gracias a el hambre. Me senté en la silla mecedora viendo como mi esposo se acercaba a Ross y la tomaba entre sus brazos, saqué mi pecho y empecé a darle de este y poco a poco se fue quedando dormido.

Lo dejé en la cuna nuevamente ahora tomando a la pequeña Ross en mis manos, volví a hacer lo mismo bajo la mirada de Thomas y tras dejarla en la cuna nuevamente dormida me acerqué a el quedando de espaldas a su cuerpo mientras admirabamos a nuestros dos pequeños durmiendo.

—No puedo creer que juntos construimos esta familia—murmuré por lo bajito.

—Pues créetelo florecita, porque esto es solo el comienzo de nuestra vida juntos como familia—como era costumbre dejó un beso en mi cuello mientras mis manos tomaban las de él las cuales estaban en mi cintura.

—Te amo chico sin personalidad.

—También te amo chica bonita. Y después de todo creo que conseguí mi personalidad, pero esta funciona solo si tú estas conmigo a mi lado, de no ser así volveré a ser el chico aburrido que conoció a su pequeña florecita en aquel hotel.

—Entonces esto es para toda la vida, ¿verdad amor?—él asintió y me giré para besarlo, y así lo hice. Luego junté nuestras frentes para que nuestros ojos chocaran.

—Y todo esto gracias a...—comenzó él y yo le seguí el juego.

La rosa de nuestro amor.

     [...........]

—Mackenzie, podrías quitar la parte de "Después  de lo de anoche, ¿quién no lo estaría?" Es un poco vergonzoso—le pedí viendo como casi cerraba su laptop, pero ella negó con la cabeza haciéndome volcar los ojos.

—Oh no, si me dejaste escribir tu historia tienes que dejarla como es—dijo levantándome de la silla.

—Si, amor. Además es la verdad, justamente eso fue lo que dijiste—
Thomas habló, yo achiqué mis ojos dedicándole una mirada de "¿estás a mi favor o en el de ella?" y él solo levantó las manos en señal de rendición.

Me acerqué a él y me senté en sus piernas viendo a los chicos correr por todo el salón, volví a posar mi vista en mi amiga la cual estaba limpiando sus lentes para guardarlo.

—Gracias por dejarme escribir su historia, tengo la sensación de que será el libro más exitoso que he sacado.

Thomas asintió con orgullo y yo reí dejando un pequeño beso en sus labios.

—Bueno, ya sabes que tienes que dejarnos la mitad de tu ganancia, ya me duele el culo de tanto estar sentado aquí narrandote mi vida.

—¡Ay por favor! Ni siquiera de hace falta el dinero, además ¿a que no les gustaría que todo el planeta se enterara de su hermosa y perfecta relación?

—Pues a mí si—le respondí molestando un poco a mi esposo.

—A no—gruñó y mi amiga volvió a reír.

—Y no Mack, no existen las relaciones perfectas, pero si existen los finales felices—corregí, ella asintió dándome la razón.

Me acerqué volviendo a besar sus labios, eran demasiado adictivos y no podía contenerme.

—Bueno, bueno yo mejor voy a buscar a mi esposo para que cumpla uno de estos antojos, creo que en cualquier momento voy a explotar pero, ¿creen que me importa? Definitivamente no.

Y tras decir esto comenzó a alejarse acariciando su vientre hinchado de siete meses, al fin. Después de dos años casados sería mamá.

—Cuatro años desde nuestra boda, florecita.

—Y todo gracias a...—comencé como siempre y él echó a reír listo para seguir mi juego.

—La rosa de nuestro amor.

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now