VEINTIUNO.

20 3 0
                                    

Belinda:

Mis pies se movían lentamente por el parque disfrutando el momento, a mi lado mi mejor amiga iba entretenida hablando con el desconocido por teléfono.

Al parecer habían tenido una pequeña discusión y ahora estaban arreglando las cosas.

Vi la hora en el reloj que portaba mi muñeca. Ocho y siete de la mañana. Se suponía que Thomas y yo iríamos a El Consejo a las doce de la tarde, pues ese mismo día él inaguraría su empresa y no podía estar más orgullosa, además. ¡Estábamos cumpliendo un año!. Y él decidió pasarlo en esa ciudad, lejos de todo esto..

Los problemas con su padre habían aumentado en cantidades industriales, ahora casi no se dirigían la palabra, mi chico intentaba dar lo mejor de sí mismo para perdonar a su padre, pero al parecer a ese señor no le importaba al menos un poco. Ahora lo entendía, una que otra vez pensé: todo el mundo merece perdón. Pero me dí cuenta de que vivía en una realidad no existente.

Habían personas crueles, sin piedad de los demás. Que solo pensaban en hacer el mal y conseguir las cosas para su propio beneficio. Y dentro de esas personas lastimosamente estaban los padres de Thomas.

Con respecto a la enfermedad de mi suegro había empeorado, su estado físico cada vez era peor, se iba desgastando poco a poco. Se cansaba constantemente, una erupción siempre estaba por toda su piel y los dolores de cabeza aumentaban cada vez más.

Y sobre mi... ¡Me había graduado! Al fin había obtenido mi título como actriz y no podía estar más feliz. Oficialmente Belinda era una profesional.

Mi novio me esperaba afuera de mi casa como lo habíamos acordado, busqué la maleta en mi cuarto y luego de esto el viaje comenzó, como siempre en silencio...

—Amor—le llamé y el giró levemente su cabeza prestándome atención—Aquella vez que mi padre nos encontró en la sala.. ¿Puedo saber que hablaste con él?

Pude notar como mi chico palideció levemente mirándome por el rabillo de sus ojos, y luego de unos minutos volvió a hablar.

—Solo quería pedir la mano de su hija... es todo—me dí cuenta de que estaba mintiendo, aún así asentí y me dediqué a ver nuevamente por la ventana, dejando que el silencio reinara una vez más en el pequeño y estrecho lugar.

***

Un vestido rojo vino cubría mi cuerpo, íbamos en un auto llegando al lugar de la inauguración, sería una empresa de modelos. Thomas dijo que ese era su proyecto principal y quería que fuera yo quien estrenara sus estudios.

Obviamente no me negué a eso.

Su mano estaba puesta en mi muslo y cuando la movía para acariciarme un escalofríos corría por todo mi cuerpo, especialmente por mi vientre. Supe que significaba, pero tenía que aguantar, apenas comenzaba la noche.

Un año desde aquella vez que me pidió ser su novia y seguía estando igual de enamorada como el primer día, miré sus labios cayendo en tentación. Lo necesitaba.. pero me contuve repitiéndome una y otra vez, "este no es el sitio ni el lugar, Belinda" Y así logré calmarme hasta que el auto se parqueó.

Ver el gentío presente en el lugar me alegró muchísimo. Últimamente me gustaba ser el centro de atención. Wolfhard abrió mi puerta y me extendió su mano para ayudarme a bajar, las personas se centraron solo en nosotros, estaba disfrutando el momento.

Hasta que ví a la perra de Lauren.

El destello de sonrisa que se había formado en mi rostro desapareció instantáneamente, Thomas se dio cuenta de mi disgusto, por lo que murmuró en mi oído un "haré que se vaya" Pero no quería eso. Por esa misma razón le respondí al igual que él.

—No quiero que se vaya, quiero que le demuestres que eres mío. Y nadie más, ¿entendido?

Su mano apretó una de mis nalgas discretamente e intenté con todas mis fuerzas no sobresaltarme, pero me resultó casi imposible.

—Si sigues hablando haré que te subas a ese carro e iremos a casa, mira que es imposible controlarme viéndote en ese vestido...

Lo callé poniendo mi dedo en su boca y miré nuevamente hacia donde aquella chica, pude sentir el momento exacto donde ella iba a dar un paso hacia nosotros, pero fui más rápida y me acerqué a él juntándo nuestros labios por un tiempo considerable.

Sonreí para mis adentros cuando la miré estática en su lugar, entonces lo tomé por la mano entrelanzandola con la mía y caminando hacia donde las personas nos esperaban.

Mi chico ojos grises tomó mi mano y se acercó hasta la chica la cual todavía estaba estática en ese lugar, la saludó con un asentimiento de cabeza, pero ella solo me miraba fijamente a mí.

—¿Belinda?—Habló al fin, saliendo de su trance.

—Hola, Lauren. ¿Me recuerdas?—pregunté sarcásticamente pasando mi brazo por la espalda del chico que estaba a mi lado.

—Claro, oh Thomas. Felicidades, amor—reprimí las ganas que tenía de lanzarme hacia ella y dejar mi mano marcada en su mejilla.

—Mira, rubia. Te diré algo. Más nunca en tu jodida vida vuelvas a llamarme "amor" ahora solo hay alguien que puede hacerlo—me miró—. Y te aseguro que esa no eres tú.

Sonreí para mis adentros, Thomas me guió hasta la entrada y entonces nos adentramos en el lugar.

***

Esto era horrible.

Estaba sentada en un sillón de algodón intentando calmar las arcadas de vómito que me invadían en ese momento, luego de la inauguración comencé a sentirme mal, mi estómago dolía y me sentía débil, no quise que Thomas se quedara a mi lado, así que lo obligué a atender a sus invitados.

Pero en cada segundo me sentía aún peor y no creía poder aguantar un poco más, entonces sentí como mi cuerpo empezaba a ser pesado, mis párpados se cerraban solos. Y cuando estuve a punto de desmayarme un par de brazos fuertes me tomaron, entonces sentí la colonia que tanto amaba y supe que era mi chico.

Dejé que mis músculos se relajaran, y el olor a alcohol invadió mis fosas nasales, no pasó mucho cuando sentí que volvía a la vida, me levanté débilmente sosteniéndome por si misma, me sentía un poco mejor.

—Cielo, ¿te encuentras bien?—preguntó Wolfhard, yo asentí como respuesta—. Nos iremos a casa florecita, no dejaré que te quedes un segundo más en este lugar.

Volví a mover mi cabeza afirmativamente, no tenía ánimos para hablar. Pensé en que pudo haberme caído mal, y deduje que la comida china que había comido anteriormente, pues eso era lo que más me repugnaba en ese momento.

—Amor, mantente despierta. Pronto llegaremos a casa.

Y obedeciendo a mi hombre mantuve mis ojos abiertos por todo el camino, recosté mi cabeza en mi hombro queriendo que el me acariciara el cabello como siempre lo hacía. Pero fruncí el ceño al ver que solo se mantuvo estático en su lugar, así que me levanté furiosa y me rodé hasta la otra ventana dejando mucho espacio entre nosotros.

—¿Qué pasa, chica bonita?

—Callate, idiota.

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now