CATORCE.

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Mi madre se encontraba frente a mí, y aunque su imagen era borrosa estaba segura de que era ella. Al verla corrí hacia ella y la abracé, sentí que volví a la vida cuando su mano acarició mi cabello como solía hacerlo cuando estaba pequeña.

Luego me separé intentando contener las lágrimas, madre pasó su mano limpiando una cuando sin querer salió de mi ojo, le susurré un pequeño
«Háblame» con la esperanza de que lo hiciera, la sonrisa se hizo presente en su rostro contagiandome el gesto, entonces oí su maravillosa voz luego de dos meses.

-No lo dejes ir, Linda. Él es el indicado, créeme. No va a ser fácil, pero sé fuerte y valiente, todo va a salir bien-un sollozo salió de mis labios al oírla decir eso.

-Vuelve mami, todavía te necesito-le imploré.

-Tienes que dejarme ir, pequeña. Esto va a ser por tu bien, lo prometo. Y tal vez no esté físicamente, pero siempre te acompañaré, aunque mi silueta no sea visible para tus hermosos ojos, mi Linda, nunca te abandonaré.

Desfallecí al instante, ella me tomó entre sus brazos y volvió a abrazarme tratando de que me calmara, inhale tres veces intentando relajar mi respiración, y así pasamos unos cuantos minutos. Los minutos más hermosos de esos dos horribles meses, pero entonces la burbuja se rompió.

-Ya es hora, Beli... Eres fuerte pequeña-me separé de ella negándome a dejarla ir, pero su silueta se fue desvaneciendo poco a poco.

-Aún no estoy lista, madre.

Y desperté.

Mi mano fue directo a mi pecho en el momento en que mis ojos se abrieron, mi corazón latía muy fuerte y mis ojos estaban llenos de lágrimas. De inmediato mi mirada fue directo a la mesita de noche donde estaba mi teléfono, no lo pensé dos veces y lo tomé para luego encenderlo, busqué el contacto y marqué para llamar.

Llamada telefónica a Elle:

-¿Belinda?-escuché la voz de mi amiga a través del celular.

-¿Puedes venir?-pregunté intentando reprimir mis lágrimas.

-Llego en cinco minutos.

Llamada finalizada.

Escuché la puerta de mi cuarto abrirse de par en par, en el momento me sobresalté pero puede relajarme en cuanto vi la cabellera azul de Mack.

-¿Estás bien?-dije al ver su respiración agitada y todo su cuerpo empapado en sudor.

-Lo siento, intenté detenerlo, pero está abajo. Tiene cinco minutos Bel.

Las mariposas en mi estómago se hicieron presentes cuando su mirada me mostró quién era la persona que me esperaba. Así que cepillé mis dientes rápidamente y peiné mi cabello. No me dediqué a cambiarme de ropa, así que me deje mi pijama de los Simpson y bajé las escalera hecha un mar de nervios.

Al verlo sentado en el sillón de mi casa con su cabeza tapada con sus manos me estremecí, inmediatamente dos de mis dedos pasaron por mi ceja por inercia cuando su mirada penetrante se posó en mi pequeño cuerpo. Entonces él se levantó y mi cabeza se levantó con él por la diferencia de alturas y se fue acercando a mi poco a poco.

Cuando estuvo delante de mí, tomó mi nuca entre sus manos y juntó nuestros labios bruscamente. Sus labios buscaban los míos con desesperación, no dudé en responderle tomando su cabello con mi puño, cuando su lengua tocó la mía supe que era momento de parar, así que me alejé y lo envolví entre mis brazos inhalando su colonia. Él acariciaba mi cabello de forma cariñosa mientras yo me aferraba a él negándome a soltarlo.

-Lo siento-susurré en su pecho.

-No, florecita. Yo lo siento-me separé de él mirando su rostro con ternura, su sonrisa de dientes perfectos se presentó en su rostro, lo había extrañado tanto..

-Te extrañé-hablé unos minutos después sintiendo mi pecho oprimido.

-Yo también, Linda. Siéntate, te juro que te contaré el porqué te dejé sola en una situación tan difícil.

-Oye... Sobre eso, no hace falta, confío en tí, ¿okey?-me senté en el sillón y él se sentó a mi lado.

-No sabes cuanto me alegra escuchar eso, aún así me gustaría contarte-me acerqué a él y puse mi cabeza en su pecho sintiendo como su mano acariciaba mi cabello.

-Está bien.

-Algunas cosas no salieron como planeaba. Cuando me devolví de El Consejo, tenía pensado quedarme una semana. Pero todo se complicó, y fuí un estúpido a tratarte como lo hice el día del bosque, pero no estaba pensando con claridad. Y si, Bel. Por si te queda alguna duda déjame decirte que para mí esto no es un amor pasajero. No hice esto porque quise, pero si existe un futuro entre nosotros estoy dispuesto a dártelo como lo mereces.

Levanté mi cabeza a la altura de su hombro con mi mirada clavada en sus iris grises. No sabía explicar lo que sentía en ese momento. El saber que esto podría llegar más allá de un amor adolescente me aterraba, pero sin duda alguna me gustaba. Las palabras eran retenidas en mi garganta, pues se me hacía casi imposible hablar en ese momento. Así que lo único que hice fue tomar sus mejillas entre mis manos y juntar nuestros labios una vez más sintiéndo como las mariposas crecían con cada minuto que pasaba.

La adrenalina es un sentimiento incontrolable, aunque a veces no nos guste sentirla siempre estará presente cuando hacemos algo no debido, cuando estamos junto a una persona que nos gusta, cuando dices una mentira. Y en mi caso cuando tomas la iniciativa de hacer algo que nunca pensaste que ibas a hacer.

Era la primera vez que Belinda Clark besaba a alguien porque ella lo quisiera. Normalmente era el chico el que tomaba la iniciativa de buscar mis labios, pero mi orgullo hacía que yo nunca buscara los de él. En cambio con Thomas era una necesidad, y creo que el sueño que tuve con mamá fue lo que me dio el empujón a que me soltara un poco más con el chico.

-Creo que te gusta alguien sin personalidad, florecita-dijo una vez nos separamos.

-No lo creo, estoy segura-susurré juntando nuestras frentes y sonriendo en el momento.

-Te quiero, florecita-volvió a abrazarme.

-También te quiero, Sherlock. Aunque ahora pensándolo bien, tengo que cambiar ese apodo. Sin duda no se parece en nada a tí.

-Te lo dije desde un principio.

Reímos al unísono disfrutando del momento, pero entonces una tercera voz se escuchó en el lugar, por inercia me separé de él chico cuando giré mi mirada encontrándome con la de mi padre mirándonos fijamente.

-¿Ya terminaron con sus cursilerías?-preguntó con una ceja arqueada caminando hacia nosotros lentamente.

Miré a Thomas, al contrario de mí, él se veía tranquilo mientras yo estaba hecha un manojo de nervios.

-¿Piensan decir algo o no?-habló papá nuevamente.

-Yo...-comencé tratando de alivianar la situación.

-Aprovechando que está aquí, señor Clark. ¿Podríamos hablar un momento a solas?

Preguntó el hombre que se encontraba a mi lado, yo abrí mis ojos como platos en forma de advertencia al ver que papá asentía y luego de esto Thomas lo seguía.

¿Y ahora qué?

La rosa de nuestro amorWhere stories live. Discover now