Ese día, Laufeyson salió de la habitación pasadas las once. Había estado toda la noche despierto leyendo las novelas eróticas de Jotunheim y había preferido que no le vieran hasta que no se hubiera calmado un poco. Al salir, vio la puerta de la habitación de Jotunheim abierta. Al mirar dentro vio a Erik durmiendo, con una manta extra y Jotun al lado. Eso le extrañó, ya que el chico debía estar en clase a esa hora, pero no se atrevió a molestarle. Jotun levantó la cabeza para mirarle y le lamió la frente a Erik.
Al bajar al piso de abajo, Jotunheim estaba sentado en el sofá con Sylvie en brazos, los ojos cerrados y descansando. Una fina capa de nieve cubría el suelo del balcón y tenía las marcas de unos pasos pequeños, posiblemente de Jotunheim. Laufeyson se acercó a él por detrás sin decir nada y observó su piel azulada un momento.
– Hace frío hoy, ¿eh? – dijo Laufeyson, sobresaltando a Jotunheim.
– No me asustes así – le contestó Jotunheim.
– Realmente estás con la guardia baja aquí.
– Me lo puedo permitir. ¿Todo bien?
Laufeyson se sentó a su lado, observando a la pequeña. Tenía la misma piel azulada que su madre. Le acarició la mejilla mientras le sonreía.
– ¿Erik no tiene clase? – acabó preguntando Laufeyson poco después.
– Tiene gripe. Necesita descansar. He estado con Sylvie toda la noche, en su habitación. Espero que ella no se haya contagiado.
– ¿Sabes que Jotun está con él?
– Él lo cuida mientras yo no puedo. Tengo que estar con la niña.
De repente, Jotunheim recibió una llamada. Cogió su móvil sin dudarlo y contestó.
– Consultoría Fahrenheit, ¿cuál es su problema? – preguntó Jotunheim al contestar –. Sí, es aquí. ... Entiendo. ¿Cuándo dice que pasó? ... Sí. ... No, no lo cuente por teléfono. Mandaré a alguien para hablar con usted. ... No se preocupe, somos profesionales. ¿Puede quedar esta tarde? ... Muy bien, entendido. Estaremos allí. Hasta luego.
Después de colgar, Jotunheim dejó el móvil encima de la mesa y cogió otro diferente.
– ¿Te puedes encargar de un engaño de los míos? – preguntó Jotunheim mientras marcaba un número.
– ¿Estás seguro de que lo sabré hacer? – contestó Laufeyson –. No sé si seré capaz de ayudar a alguien.
– No te dejaré solo. ¿Thor? ¿Puedes ayudar a Lafi con un engaño? ... Es para un cliente. ... Muy bien, hasta ahora.
– ¿Con Thor?
– ¿Por qué no? Sabe cómo trabajo, y te puede ayudar si te atascas.
– No es que me incomode, es que... De verdad que no me veo capaz de ayudar a alguien a través de un engaño.
– Yo tampoco, hasta que me di cuenta de que había ayudado a mucha gente de forma involuntaria con mis mentiras. Y el primero que hice de forma consciente fue incluso más fácil que algunos del pasado. Es cuestión de saberlo enfocar.
– ¿Enfocarlo cómo?
– Siempre jodes a alguien.
Ese comentario hizo reír a Laufeyson. Jotunheim tenía razón, había alguien que salía perdiendo fuera como fuera.
– ¿Te ves capaz ahora? – le preguntó Jotunheim.
– Un poco. No te puedo asegurar que salga bien.
– Lo harás bien.
– ¿Me ayudarás?
– Sólo para recopilar datos. El plan tendrás que hacerlo solo.

VOCÊ ESTÁ LENDO
El Lokiverso: Un mundo extraño
Ficção GeralDespués de escaparse de la prisión de la TVA y robar una tempad, Loki fue saltando de línea temporal en línea temporal hasta que llegó a una que desconocía por completo. Esta historia contiene información de una novela que estoy escribiendo, y ocurr...