Poco a poco, Laufeyson fue aprendiendo a notar los elementos y sus alteraciones. Jotunheim le iba guiando por todo el proceso, y ya tenía prácticamente todos los elementos localizados a primera hora de la mañana. La pequeña Sylvie durmió toda la noche cogida a su pecho. Una ligera nevada les caía, cubriéndoles de nieve y haciendo que tuvieran que moverse de vez en cuando.
– ¿Notas como fluye la sangre por sus venas? – preguntó Jotunheim.
– Es una sensación muy extraña – contestó Laufeyson, observando a la pequeña Sylvie con los ojos abiertos mientras usaba ese poder.
– ¿Sí, verdad? La primera vez que lo hice, ni siquiera sabía qué era. Tardé un tiempo en entenderlo, pero una vez lo hice... Cómo cambiaron las cosas. No te gires. ¿Quién viene hacia nosotros? Ya debería estar dentro de tu campo de detección.
Laufeyson se fijó en la marca que dejaban las pisadas de esa persona sobre la nieve. La presión que ejercía le indicaba que era una persona alta, de entre setenta y ochenta quilos de peso, posiblemente un hombre por el tamaño de sus pies. Su energía le confirmó eso, e hizo un esbozo rápido en su plano mental mientras seguía analizándole. Más de metro setenta de altura, cabello corto, y se acercaba a ellos sigilosamente. Tenía algunas cicatrices bajo la ropa que Laufeyson no reconocía, pero lo que le confirmó su identidad fue la magia que tenía en un mechón de cabello concreto.
– Es Erik – sentenció Laufeyson.
– ¿Estás seguro? – le preguntó Jotunheim.
– Sólo conozco una persona en este mundo que tenga un mechón de cabello teñido con magia de un gigante de hielo mutante.
– Muy hábil.
Erik se abrazó a Jotunheim por detrás y este le dio un beso. Después se miró a Laufeyson y acarició a su hija, que abrió los ojos en ese momento.
– ¿Qué hacéis aquí arriba? – preguntó Erik.
– Le estaba enseñando a Lafi cómo detectar los elementos – contestó Jotunheim.
– ¿Y cómo lo lleva?
– Mejor que tú.
– Eso seguro. Él es un dios de más de dos mil años, y yo un mortal nacido rodeado de tecnología. Tiene él más conexión con la naturaleza que yo.
– Pero tú has hecho unos progresos impresionantes, dada tu situación.
– Dice el que me ha llevado descalzo por Jotunheim para que tuviera más contacto con la naturaleza.
– Eh, que no dejé que te congelaras los pies.
– Ya lo sé, amor. Me voy a clase, portaos bien.
– Quizás aún nos encuentres aquí cuando vuelvas.
– Tenéis las sobras del desayuno en la cocina, por si tenéis hambre más tarde.
– Gracias, cuchi.
Erik se levantó después de darle un beso a Jotunheim y se fue. Jotunheim le observó mientras se iba, cosa que le dio una idea.
– Lafi, sigue la energía de Erik hasta la entrada del edificio – le pidió Jotunheim a Laufeyson.
– ¿Seguro que hace falta? ¿No será mucha información de golpe?
– Erik tiene la costumbre de bajar los diez pisos a pie para ir a la universidad. Dice que nunca sabe qué puede encontrar para dibujar. Coge un radio de unos dos metros a su alrededor y analízalo todo.
– Entendido.
Laufeyson cerró los ojos y se concentró en la energía del chico. La atrapó justo antes de que saliera del dominio de su espacio mental, y empezó a dibujar lo que veía a su alrededor. Erik bajaba las escaleras dando saltitos, y en los dos primeros pisos marcó las paredes, sabiendo que Laufeyson lo estaba analizando. Notó la enorme división que había entre el décimo piso y el noveno, indicándole las brutales medidas de seguridad que tenía el piso superior, dónde vivían ellos. Los otros pisos los fue bajando más tranquilamente, encontrándose en el octavo a una pareja de mujeres y parándose un momento a saludarlas.

YOU ARE READING
El Lokiverso: Un mundo extraño
General FictionDespués de escaparse de la prisión de la TVA y robar una tempad, Loki fue saltando de línea temporal en línea temporal hasta que llegó a una que desconocía por completo. Esta historia contiene información de una novela que estoy escribiendo, y ocurr...