Dentro del tren, Laufeyson estaba recostado contra Siff, usando esa forma de piel morena y cabello marrón que habían elegido para que pasara desapercibido en ese mundo. Siff miraba por la ventana, observando el paisaje, mientras procuraba que Laufeyson mantuviera la calma.
– ¿Me repites cómo hemos llegado hasta aquí? – preguntó Laufeyson.
– Pues... Erik nos ha visto tensos a los dos y ha pensado que necesitábamos un tiempo solos.
– Y ya que estaba, ellos dos. No les puedo culpar, me han tenido a mí dando la lata los últimos meses. ¿Sylvie no cumplía los tres meses esta semana?
– Sí, pero dudo que tenga nada que ver. Sabes que la pequeña te adora, e incluso Erik la ha visto nerviosa cuando has tenido ese ataque de pánico. Estaba tumbada encima de Jotun y no dejaba de mirarte mientras dormías.
– Pobrecita... ¿Seguro que estará bien?
– Está con sus padres, no te preocupes.
– Es que... La siento como una hermana pequeña y... No lo sé... Es una sensación extraña.
– Me temo que es mucho más que eso.
– ¿Estás segura?
– Tenemos que bajar en la siguiente parada, según el plan que nos ha dado Erik. Y tenemos un par de horas más en autobús hasta llegar al sitio.
– Sí que queda lejos...
– Nos han enviado a una de las zonas más remotas de los fiordos.
Sólo bajar del tren, Siff se abrigó bien, poniéndose un gorro de lana y una bufanda. Laufeyson tuvo suficiente con el abrigo y los guantes. Había aumentado su resistencia al frío. Le cogió la mano a Siff y fueron hasta la parada del autobús, al otro lado de la calle. Esperaron allí unos diez minutos para poder coger el número trece, aquel que les habían indicado.
Fue un recorrido de dos horas dónde el espesor de la nieva iba aumentando a su alrededor. Laufeyson miraba por la ventana, pensando en sus cosas, mientras Siff descansaba contra él. Ya había oscurecido cuando lo cogieron y todo lo que podía ver era la nieve y los árboles iluminados por las farolas de la carretera. De vez en cuando veía algún ciervo, algún reno, o algún alce. De repente vio un lobo, pero no le dio ningún tipo de importancia. Tres zorros cruzaron la carretera, haciendo que el autobús se parara momentáneamente. Incluso ese hecho no le importó, y nada lo hizo hasta que les vio a ellos.
Persiguiendo un jabalí, ellos hicieron que levantara la cabeza y los observara con curiosidad. Parecían humanos, pero de cintura para abajo no lo eran. Tenían el cuerpo de un animal, como el de un caballo, pero algunos parecían más renos. Le dio ligeros golpes de codo a Siff para que los viera, esperando que ella supiera de dónde venían.
– Ah, centauros – explicó Siff al verlos –. Subieron desde el imperio romano cuando este estaba en su punto más álgido y se aparearon con los animales de aquí. Había escuchado a Loki decir que vivían por esta zona, pero no esperaba verlos tan de cerca de la carretera. Normalmente se esconden de los midgardianos.
– Son criaturas muy curiosas...
Siff se quedó mirando a Laufeyson, que era incapaz de quitarles los ojos de encima a los centauros. Sonrió al ver que había cambiado su cara de tristeza por una de curiosidad, vigilando cada uno de los movimientos de esas criaturas que acababa de descubrir. Uno de ellos les vio y les saludó con la mano. Laufeyson le devolvió el saludo, sorprendido. Después vio como se alejaban hacia el interior del bosque. No les quitó los ojos de encima hasta que no desaparecieron de su campo de visión, y aún así les buscó. Cualquier tipo de pezuña le parecía que podían volver a ser ellos, pero siempre le sorprendía el animal.
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El Lokiverso: Un mundo extraño
General FictionDespués de escaparse de la prisión de la TVA y robar una tempad, Loki fue saltando de línea temporal en línea temporal hasta que llegó a una que desconocía por completo. Esta historia contiene información de una novela que estoy escribiendo, y ocurr...