66. Expresión de género

5 2 0
                                    

La segunda semana de diciembre de ese año, Jotunheim se pasó los días haciendo listas mentales que repasaba en voz alta mientras se enfrentaba a la capacidad limitada de las maletas. Laufeyson lo seguía por la casa, cogiendo y dejando las cosas que él decía.

– Los pañales... – murmuró Jotunheim mientras Laufeyson los cogía –. No, aún no. Es demasiado pronto. Y van en otra bolsa.

Laufeyson dejó los pañales dónde estaban y se mantuvo a la espera, observando como Jotunheim analizaba todo el baño. Recitaba todos los elementos que podía necesitar allí adónde iban.

– Erik ya te ha dicho que no te comas la cabeza, que tenemos tiempo de sobras – le recordó Laufeyson –. Además, ¿adónde vamos? Sólo he escuchado de Lucifer que lo organizaba Lilith y que era la fiesta del solsticio de invierno.

– Tenemos que estar allí antes de que empiece el invierno y estaremos hasta pasado el cambio de año – explicó Jotunheim –. Y será en... ¡Lafi! ¡No tenemos nada para ti!

– Estoy bien con la ropa que me has ido proporcionando estos meses.

– No me refiero a eso. Hay ropa que no tienes y que necesitamos. Lilith vive en la isla de Maui, Hawai'i.

– ¿En una isla?

– Llegó allí hace mucho tiempo, y los nativos la acogieron como si fuera una diosa reencarnada. Y allí hace calor. Necesitamos ropa de verano y un bañador para ti.

– No hace falta.

– Sí hace falta. Nos pasaremos el día en la playa a no ser que venga un tsunami o un tifón.

– ¿Es necesario?

– No me digas que no sabes nadar.

– Claro que sé. Sólo que me sorprende que os queráis pasar tanto tiempo ahí.

– Es como su jardín delantero y forma parte de la finca.

– Entiendo... ¿De cuánto terreno estamos hablando?

– Será mejor que lo veas cuando lleguemos.

– Vale.

– Dejemos mis maletas aparte y centrémonos en ti, Lafi. Salimos ya.

– Cojo a Sylvie.

La pequeña se había acabado de despertar cuando Laufeyson fue a buscarla. Este le acarició la mejilla y la cogió en brazos. Se encontró con Jotunheim en la entrada y salieron del apartamento. Subieron al ascensor y bajaron, aunque este se paró en el quinto piso, dónde entraron una mujer con dos niños y un adolescente.

– Buenos días Loki – dijo la mujer al entrar –. ¿Quién te acompaña?

– Buenos días. Es Lafi, mi hijo – contestó Jotunheim como si fuera lo más normal del mundo –. Nos reencontramos hace poco, después de que nos hubieran escondido la existencia del otro durante siglos. Lafi, cambia de apariencia.

– Ah, sí. Perdona papá – se disculpó Laufeyson mientras modificaba su tono de piel y gran parte de su rostro.

– ¿Eres de los que se puede transformar? – preguntó el chico que la acompañaba.

– Eh... Sí, pero hace poco que me sé transformar libremente.

– ¿Y el aspecto de antes?

– Pues...

– Es uno de sus recursos seguros – explicó Jotunheim –. También es la forma que ha mantenido más tiempo en los últimos años.

– Mola.

El Lokiverso: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora