Laufeyson asustó más de una vez a Jotunheim durante los días que estuvo menstruando, especialmente si se le aparecía silenciosamente por detrás. Sabía que era él, pero cuando se giraba le costaba reconocerlo. La última vez que había estado tan cerca de un gigante de hielo sin tener que atacarle, Jormungardr aún se le podía enrollar en el cuerpo sin imposibilitarle.
– Perdona estos días, Abuelo – se disculpó Laufeyson cuando pudo volver a su forma de siempre –. No lo controlo, y sé que no has estado muy cómodo conmigo transformado en gigante de hielo.
– No, no lo he estado – explicó Jotunheim mientras doblaba ropa, sin mirarle –. Pero no es culpa tuya, lo entiendo. Aún tienes mucho que aprender y... Dioses, ha sido como volver a verla, pero sin poder estar con ella... Creía que podría soportarlo...
– Lo siento.
– No. No lo sientas. No me lo esperaba. Ella fue el único gigante de hielo con el que tuve contacto directo, además de físico y emocional. Fue la madre de tres de mis hijos hasta que... decidieron eliminarla... y no pude hacer nada.
– ¿Tanto me parecía?
– La cara era lo que menos. Y la altura. El resto, todo. Aunque no es muy difícil, dado el aspecto de los gigantes de hielo.
– Abuelo, sé que ella era muy importante para ti, y no parece que hayas hablado mucho de ello.
– No me gustar hablar de ello. No después de cómo terminó.
– ¿Y cómo terminó?
– Masacré todo el poblado entero, uno por uno. No dejé a nadie vivo. Todo mientras protegía su cuerpo, que había sido torturado por ellos después de matarla. Nadie era inocente a mis ojos. Nadie...
Jotunheim paró un momento para secarse las lágrimas y siguió doblando ropa. Necesitaba centrarse para no pensar. Si Laufeyson le preguntaba otra cosa, no dudaría en contestarle, y ya no podría parar.
Pero Laufeyson no preguntó nada más. Simplemente se puso a su lado y lo abrazó. Jotunheim se agarró a él, haciéndole saber que estaba bien, que sólo necesitaba un momento.
– V-voy a ver si Sylvie está bien, ahora vuelvo... – dijo Jotunheim, soltándose de Laufeyson.
Le siguió disimuladamente. Sabía que no estaba bien. Vio cómo cogía a su pequeña en brazos y le daba un beso en la mejilla. La pequeña Sylvie le tocó la cara con las manos, viendo ella también que estaba mal.
– Estoy bien, pequeña. No te preocupes por mamá – la intentó convencer Jotunheim –. Mamá está bien. ¿Querías algo más, Lafi?
– Ah... Me parece que no estás en condiciones de que te lo pregunte.
– De verdad que estoy bien.
– Siff cree que podrías saber dónde se esconde Modi. Le han buscado por todas partes, incluso en esos sitios que sólo sus hermanos conocen. Sitios que sus padres no saben. No estaba.
– Qué casualidad que precisamente me hayas preguntado por ella hoy. Sí, hay un sitio que yo sé, pero no creía que estaría allí. ¿Dónde no buscarías un Aesir?
– En... ¿Jotunheim?
– ¿Y adónde de Jotunheim no me acerco ni yo?
– No lo sé.
– Sí lo sabes. ¿Qué necesitas exactamente?
– Que hables con él. Necesitamos saber qué le pasa por la cabeza.
– Vale. ¿Me cuidas a Sylvie mientras estoy fuera? Y dile a Erik que llegaré tarde.
– Sí, claro.
VOCÊ ESTÁ LENDO
El Lokiverso: Un mundo extraño
Ficção GeralDespués de escaparse de la prisión de la TVA y robar una tempad, Loki fue saltando de línea temporal en línea temporal hasta que llegó a una que desconocía por completo. Esta historia contiene información de una novela que estoy escribiendo, y ocurr...