Capítulo 6. Una extraña presencia.

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1976.

—Bien... lista. —Minerva por fin había terminado de peinar el oscuro cabello de Maggie. La niña se volteó y sonrió.

—¿Ma...? —elevó la cabeza y observó a su madre.

—¿Sí cariño? —Minerva dejó de lado el cepillo y le prestó atención a Maggie.

—Podrías... ¿podrías leerme algo? —preguntó un poco desanimada—. Por favor. Una última vez, antes de que se vayan...

Maggie comenzó a entristecerse al recordar el hecho de que sus padres se irían. Minerva se sintió ligeramente culpable, por lo que asintió y se sentó muy cerca de la ventana del lugar. Maggie rápidamente se sentó sobre su túnica y sonrió un poco triste mientras admiraba su puntiagudo sombrero. La bruja de inmediato se lo colocó en la cabeza y la niña se aferró a sus brazos.

—Me gusta esta sensación... —añadió Maggie mirando a su madre. El aroma a caramelos de Limón inundó el aire y Minerva no tardó en sonreír y depositar un pequeño beso en la cabeza de la pequeña.

—Tengo una mejor idea. Mejor que leer... —comentó la bruja mientras comenzaba a balancearse en la silla móvil. Maggie elevó su cabeza y la miró impresionada.

—¿Cuál es? —preguntó. Sus ojos brillaron al ver que su semblante serio se había esfumado.

—¿Te gustaría que te contara una pequeña historia? —Minerva desvió sus ojos y miró por la ventana con atención, observando las copas de los árboles que lograban asomarse—. Albus no tiene que hacerlo siempre... yo también puedo hacerlo —Maggie pareció convencida y asintió con la cabeza.

—Me gustaría probar tus límites —confesó—, así que está bien... adelante.

Minerva miró a Maggie y la niña rio traviesa mientras se recostaba en su pecho. Su madre la cubrió con sus brazos y soltó un suspiro, sonriendo nuevamente mientras se recordaba en los jardines de Hogwarts.

—Muy bien —susurró—. Fue hace varios años, en este mismo castillo.

—Es una historia de amor o algo así, ¿verdad? —se apresuró a decir la niña. Minerva abrió sus ojos sorpresivamente y bajó la cabeza para verla. Maggie rio de nuevo.

—¿Por qué piensas eso? —preguntó Minerva viéndola fijamente. Maggie mantuvo su sonrisa.

—Tus ojos, iguales a los míos por cierto, brillan mucho cuando te pones... ¿cómo se dice? ¿senti... sentimental? —las mejillas de Minerva se tornaron rojas.

—¿Sentimental...? —¿Quién le había enseñado todas esas cosas? Miró con atención a la niña y ella, al comprobar de que lo que había dicho era correcto, asintió con la cabeza muy segura.

—Sí, sentimental. Sé, por lo que me han dicho, que te gustan más esas historias —aclaró. A Minerva se le hizo un nudo en la garganta—. Seguramente pasará lo que papá siempre dice... pero no importa, me gustaría mucho escuchar la historia... —sus ojos traviesos se posaron directamente en su madre y ella asintió. Hablaría seriamente con Albus después.

—Está bien, está bien... aunque no entiendo muy bien a qué te refieres —respondió despreocupadamente. Maggie se cruzó de brazos.

—Mmm...., bueno, no importa... —repuso la pelinegra de cinco años—. Pero de todos modos quiero escuchar la historia.

—Bien —el golpe del recuerdo se reflejó en Minerva mientras escondía su sonrisa—, y prepárate porque es uno de mis favoritos. —aunque Minerva no quisiera reconocerlo, le hacía mucha ilusión el contarle su pasado a su hija. Aunque fuera por fragmentos lo disfrutaba mucho. Miró las nubes antes de comenzar y trató de recordar por medio del paisaje aquel momento tan importante, sonriendo mientras detallaba el color tan familiar que poseía el cielo.


Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora