Capítulo 20. Mamá: la pianista de la familia.

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»Canción del recuerdo en multimedia. Si deseas puedes reproducir la canción en cuanto aparezca un asterisco (*) en el relato. ¡Espero que lo disfrutes!


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1979.



—¡Maggie! Las lecciones comienzan ahora. Levántate.

—Maaaaaaaa —chilló mientras se ponía una almohada en la cabeza. Minerva negó con la cabeza y le quitó la sábana que tenía puesta de encima.

—Nada de "maaa", Margaret. —Bufó. Albus gruñó—. Albus, levántate tú también. ¡Ya es tarde! —Él hizo un gesto con la mano y se dio la vuelta. Maggie gruñó también y se abrazó a su padre—. ¡Albus!

—¡Minervaaaaaaa!

—¡Mamáaaaaaaaa!

—¡Nada! ¡Arriba! —chilló la mujer. Ninguno de los dos le prestó atención por lo que rápidamente sacó su varita—. Les advierto que si no se mueven... —Albus bostezó. Maggie se aferró a él—. ¿No? Bien. ¡Aguamenti!

Un chorro de agua brotó de su varita y salió disparado hacia ambos. Tanto Albus como Maggie chillaron en cuanto el agua helada cayó sobre ellos.

—¡MINERVA! —Albus rápidamente se levantó de la cama cargando a Maggie en sus brazos. Ambos habían terminado completamente empapados.

Minerva se soltó a reír.

—¡No es gracioso! —Chillo Maggie arrugando el rostro. Su oscuro cabello estilaba y sus ojos estaban prácticamente cerrados. Albus mientras tanto intentaba encontrar su varita para arreglar el desastre que su esposa había ocasionado.

—Se los advertí. —Les dijo con una sonrisa autosuficiente en el rostro. Maggie arrugó la nariz—. Ya es bastante tarde y no podemos perder tiempo.

—Pero ¿por qué? —Se quejó la niña, quien aún estaba en brazos de Albus—. ¡Es sábado! ¡No están ocupados como otros días! ¡Podemos dormir! —Chilló.

—Maggie tiene razón, Minerva. ¡Libertad! —Añadió Albus. Maggie asintió con la cabeza y Minerva rodó los ojos. Rápidamente volvió a apuntarlos con la varita y los mojó de nuevo.

Ambos chillaron.

—Como dije, las clases empiezan ahora. —Musitó seriamente. Maggie bufó y bajó de los brazos de Albus.

—¡Debí de haber ganado la apuesta en Navidad! —Se quejó caminando hacia Minerva. Albus por fin encontró su varita y con un simple movimiento de la misma logró acomodar su alrededor y eliminar la humedad por completo. Una vez seco apuntó a Maggie y también se deshizo del agua que caía a chorros por su cuerpo. La niña se posó frente a su madre ya totalmente seca y se cruzó de brazos. Su cabello negro estaba esponjado.

Albus carcajeó y con otro movimiento de su varita hizo que éste volviera a la normalidad. Maggie le agradeció para seguidamente clavar sus ojos en Minerva.

—¿Por dónde empezamos? —Preguntó con voz cansina. La bruja negó con la cabeza y tomó su mano.

—Por un baño, claramente. No tomarás clases así.

—Pero me gusta esta pijama... Tiene limoncitos... como yo. —Reclamó. Albus rio y Minerva se encaminó hacia el baño de sus cámaras aún sosteniendo su mano. Maggie la siguió a paso lento.

—No te preocupes por eso, Maggie...

—Pero me gustan los limones... —protestó mientras Minerva abría la puerta del lugar. La mujer le lanzó una mirada amenazante a Albus, quien le sonrió amablemente. Él era el culpable de su actual obsesión con los limones.

Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora