Capítulo 22. La Tragedia I.

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»Ve por Ari... Y dile que papá la ama más que a nada en el mundo.

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»He añadido este soundtrack específicamente para una parte de este capítulo. Si deseas puedes reproducir el video en cuanto aparezca un asterisco (*) entre el relato.



31 de octubre de 1981.
Horas antes de la tragedia.


—Va a estar bien... ¿verdad? —Preguntó Albus a Poppy en un susurro. La mujer dejó de observar a Maggie y asintió levemente con la cabeza.

—Increíblemente no está herida, solo inconsciente. —Señaló. Albus clavó sus celestes ojos en ella—. Puede que despierte dentro de poco... pero de cualquier modo no va a mantenerse mucho tiempo con los ojos abiertos. Está muy... cansada, es como si hubiera estado librando una batalla enorme por un largo periodo de tiempo.

Minerva dejó salir un largo suspiro al escuchar las palabras de Poppy. Sus ojos apagados seguían clavados en Maggie y con uno de sus delgados pulgares acariciaba la pequeña mano derecha de la niña. La pequeña estaba más pálida que nunca.

—¿Qué debemos hacer? —Intervino Albus. Poppy suspiró también.

—Ya la he obligado a tomar una poción para que intente recobrar sus fuerzas. Lo único que podemos hacer momentáneamente es dejarla descansar. —Minerva aún la observaba con detenimiento y aún acariciaba su pequeña mano con ternura. Albus asintió con la cabeza y se aproximó a su esposa.

—Muy bien... vamos entonces, Min. Dejemos que Maggie descan...

—No pienso irme. —Masculló ella sin despegar la mirada de su hija. El director de cabello ya ligeramente canoso suspiró también y la rodeó para quedar frente a ella.

—Min...

—Albus, no pienso dejarla. —Murmuró—. Me quedaré... solo un poco más por si despierta. Te veré más tarde en nuestras cámaras. —Él bajó la mirada y meditó sus palabras por unos instantes. No tuvo el valor suficiente para discutir en un momento como aquel, por lo que sin más asintió y se encaminó a la puerta.

—Está bien... —Susurró. Poppy salió tras él—. No te tardes mucho, cariño... —Minerva asintió de una forma apenas perceptible mientras aún observaba a su hija.

Una vez que tanto la medimaga como el director desaparecieron la profesora por fin dejó de contener sus lágrimas. Con cautela extrema se acercó a la camilla de su hija de casi nueve años y la rodeó con sus delgados brazos. La niña se mantenía pálida, fría e inerte.

—No puedo permitir que esto siga ocurriéndote, mi pequeña... —Susurró mientras acariciaba su cabello—. No puedo permitirlo...

El silencio en la habitación cada vez era más y más insoportable. Maggie seguía inconsciente en sus brazos y aquello le partía el alma.

—Oh Maggie... —Susurró. Depositó un pequeño beso en su cabeza y volvió a tomar su mano—. Debe haber algo que pueda hacer para detener esto...

Se mantuvo meditando por unos instantes, mirando un punto fijo en la pared, y finalmente volvió a suspirar. Debía tener una seria conversación con Albus cuanto antes.

Maggie ligeramente se revolvió en sus brazos y aquello la devolvió a la realidad. No estaba dispuesta a sumirse en el incómodo silencio del ala del hospital de nuevo, por lo que sin más se dispuso a cantar una canción de cuna en voz baja; la misma canción que solía cantarle a Maggie cada vez que tenía una pesadilla desde que era bebé.

Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora