Capítulo 8. Un explosivo recuerdo.

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Diciembre de 1977.

—Eh... Pa...

—¿Sí?

—Eh...

El castaño miró a la niña que caminaba junto a él. Le sonrió cálidamente.

—Maggie, dilo. No me enojaré contigo —comentó. Él ya sabía lo que había pasado, pero de todas formas había dejado que la niña por sus propios méritos buscara la forma de enmendar lo que había hecho, y, al parecer, lo había logrado.

—Es que... —Maggie desvió la mirada hacia su vestido—. Pa... Sin querer, yo... estaba jugando con la túnica de mamá... una de las verdes, ya sabes, la bonita, y...

—Y la rompiste. —completó él.

Maggie abrió los ojos sorpresivamente y miró a su padre.

—¿C-Cómo es que tú...?

—Tengo mis métodos —confirmó él manteniendo el paso tranquilo. Maggie se llevó una mano a la frente—. Además, es muy fácil percatarse de que algo ha ocurrido cuando se encuentra la habitación en un completo desorden y una túnica rasgada perfectamente visible en el armario.

El rostro de Maggie se tiñó de rojo en un instante al ser descubierta. Albus rio ante su reacción. La niña se encogió.

—No hay nada de qué preocuparse, Maggie —comentó—. Es completamente normal.

—Pero papá... es que... no entiendes —murmuró—. Rompí ropa. Y no cualquier ropa, una túnica, y no cualquier túnica; rompí la túnica verde esmeralda, la túnica más bonita, la de mamá, la que ella ama. ¿En serio no te das cuenta que ese es un motivo suficiente para que quiera matarme con sus propias manos?

Albus mantuvo su sonrisa y Maggie comenzó a preocuparse más de lo que debía. Era sólo una túnica después de todo.

—Y ahora no sé qué vaya a pasarme, papá. Espero que tampoco estés enojado conmigo por lo que hice porque, ahora que lo sabes, puede que ya no vayamos por caramelos tan seguido. Y no porque no quiera, oh no, sino porque mamá me va a impedir comerlos tant... —se llevó las dos manos a la cabeza—, oh no, ¡tal vez hasta quiera quitarme los que ya tengo! ¡Los de la reserva! Papá, esto es serio, tengo una bolsa entera, llena de ellos, los he estado reservando para cuando salgamos de paseo a casa de los abuelos, hasta estaba dispuesta a compartir unos cuantos con los demás, incluso con Severus, pero si ella me los quita... —Maggie palideció—. ¡Papá! ¡No podemos permitirlo! ¡Escóndeme! ¡Haz algo! ¡Me va a mat...!

—Maggie. —la tranquilizó Albus. El rostro de la niña estaba completamente rojo—. Todo va a estar bien. Es sólo una túnica. —le colocó una mano en el hombro—. No va a matarte por eso.

Maggie gruñó nerviosa.

—Definitivamente no entiendes la importancia de esta área, papá.

—Ah, ¿y tú sí? —replicó—. Ni siquiera vamos de compras seguido. A ti no te gusta y tu madre no es la clase de mujer que anda de tienda en tienda en búsqueda del atuendo "perfecto" para cada ocasión, tú la conoces, lo sabes bien, entonces... ¿cuál es el apuro?

Maggie frunció el entrecejo.

—Ella es más simple, Maggie, lo sabes... —comentó viendo el cielo—. No creo que haga un alboroto por una simple túnica.

En los ojos de Maggie apareció un destello al escuchar «simple túnica». Se mordió la lengua para tratar de evadir los castigos que aparecían en su imaginación y miró a su padre fijamente.

Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora