Capítulo 21. Lo único que tengo... son recuerdos.

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"Algunas veces queremos recordar, y otras recordamos sin querer."

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1990.


Ambas se adentraron a la antigua casa de la familia Dumbledore McGonagall; una estructura enorme y hermosa plagada de sempiternos recuerdos.

—Maggie... vendrás conmigo, ¿cierto? —Preguntó la pequeña niña castaña. La joven pelinegra suspiró y apretó su mano mientras cruzaban el vestíbulo. Sus ojos siempre tendían a cristalizarse en cuanto detallaba las paredes y sus cuadros, por lo que trató de evadirlas observando el suelo.

—Creo... que es mejor si vas solo tú por hoy, Ari... —La niña elevó la mirada—. Creo que a ambos les gustaría pasar un tiempo contigo... a solas...

—Pero... —la niña suspiró—. Ellos también te quieren mucho, Maggie... Creo que... tal vez...

—Es mejor que vayas sin mí, pequeña. Créeme. —La interrumpió. Ariana bajó la mirada—. Solo esta vez. Podrías contarles acerca de las flores que vimos hoy en el jardín... creo que es una buena idea.

—Sí... —Susurró. Maggie acarició su castaño cabello—. A veces... —Un nudo apareció en su garganta y no pudo evitar sollozar. El corazón de Maggie se encogió—. A veces quisiera abrazarlos... —Maggie rápidamente se arrodilló y la abrazó. La niña se aferró a su hombro—. Maggie... ¿por qué...?

—Lo siento tanto, Ari... —La interrumpió de nuevo. No podía tolerar la tristeza que sus palabras le provocaban, pues estas hacían que su culpa despertara y se desatara en sus adentros con dolorosa fuerza—. Mejor... ve... —susurró señalando la puerta de la habitación. Ariana intentó secarse torpemente las lágrimas y asintió—. Ambos estarán felices de verte... —el leve intento de sonrisa de Maggie conmovió a la pequeña, quien se armó de valor y, después de abrazar a la pelinegra fuertemente por última vez, se encaminó a la puerta de aquella habitación tan familiarmente vacía.

—H-hola... s-soy yo... —Maggie escuchó la vocecita de Ariana tras la madera.

—¡Ah, Ariana! Oh pequeña mía, no sabes cuánto te hemos extrañado. ¡Minerva! ¿En dónde te has metido, querida? ¡Ari está aquí! —Una triste sonrisa se trazó en el rostro de Maggie. Solo el simple tono de voz de su padre hacía que sus entrañas se retorcieran y su corazón se encogiera, por lo que no tuvo más remedio que encaminarse hacia las enormes escaleras más próximas y abandonar el lugar. Escuchar la voz de su madre hubiera sido demasiado que soportar para su ya devastado corazón.

Pensó en ir a la antigua biblioteca de su padre para intentar despejarse un poco, pero al escuchar la voz de su abuela cerca se arrepintió de inmediato. Hacía ya mucho tiempo que tanto ella como la pequeña Ariana vivían junto a los padres de su madre, Isobel y Robert; y en efecto, después de aquel desagradable suceso en los terrenos de Hogwarts la señora McGonagall principalmente había adquirido un específico desprecio por Maggie. Su abuelo Robert amaba a su nieta incondicionalmente, pero su abuela en cambio culpaba a la joven pelinegra por lo que había sucedido. Desde el primer día en que había llegado a vivir con ellos la mujer se había encargado de recalcarle cuán culpable era de la tragedia, y Maggie aún lo tenía presente.

Muy en lo profundo, la joven creía que su abuela no se equivocaba.

—Oh mamá... —susurró al encontrar una fotografía enmarcada de Minerva en el pasillo. La mujer sostenía a una Maggie de un año fuertemente en sus brazos. Ambas se encontraban sonrientes en el campo de quidditch—. Tú y tu quidditch, por supuesto... —Una pequeña sonrisa se trazó en su rostro; sin embargo lágrimas comenzaban a desbordarse a montones de sus bellos ojos—. Ma... ¿por qué...? —Susurró aún contemplando la imagen. Sus piernas flaqueaban—. Lo único que tengo... s-son recuerdos...












Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora