Capítulo 27. Selecciones Inusuales

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1º de Septiembre de 1984.

—¡NO!

—Shh... Maggie... Tranquila... —Unos brazos delgados y cálidos la envolvían. Logró percibir un liviano aroma a durazno.

—Ma, Pa... Ma, Pa... No... No... —La niña no podía dejar de llorar. Minerva la atrajo hacia ella y le dio un beso en la cabeza. Maggie se aferró a sus brazos.

—Todo está bien, cariño, mamá está aquí. —Maggie elevó lentamente la mirada. Su pequeño corazón se estremeció en cuanto divisó el rostro de su madre.

—¿Ma? —preguntó. Minerva sonrió y asintió con la cabeza. Un par de lágrimas se desbordaron de sus ojitos al ver su sonrisa—. Ma... —Susurró. La profesora secó sus lágrimas con sus pulgares y le depositó un suave beso en la frente. Maggie cerró sus ojos—. No te vayas... —Susurró. Minerva la miró y enarcó una ceja. La niña sollozó—. Por favor...

—Nunca me voy a ir, Maggie. ¿Por que dices eso? —La niña negó con la cabeza asustada y se aferró a su pecho. Minerva suspiró.

—N-no quiero... n-no me dejen solita... —susurró mientras se soltaba a llorar de nuevo. Minerva negó con la cabeza y acarició su cabello.

—Jamás vamos a dejarte sola, cariño... —le respondió. La niña elevó la cabeza y clavó sus ojos en los suyos. Minerva volvió a secar sus lágrimas.

—¿E-es una promesa? —Susurró. La profesora se acercó a su rostro, frotó su nariz con la suya y asintió.

—Así es —Maggie se aferró a ella. Minerva suspiró y le devolvió el abrazo—. Lo prometo.

Ma... —Sus ojos se abrieron con lentitud. La habitación estaba oscura—. ¿Ma...? —Rápidamente cayó en cuenta que había sido solo uno más de sus sueños. Dejó escapar un suspiro y secó sus lágrimas con la manga de su pijama para luego ponerse en pie. Un grito repentino la hizo saltar.

—¡MARGARET! ¡ESPERO QUE YA ESTÉS LISTA, NIÑA! —La voz de su abuela le provocó escalofríos. Rápidamente acomodó su cama y corrió a alistarse. Si no lo hacía sabía que llegaría tarde, e Isobel McGonagall no sería capaz de tolerar aquello.

Una vez lista la pequeña pelinegra arrastró su equipaje escaleras abajo. Kitten, su pequeño gato gris, le seguía el paso muy de cerca con aire animado. Por fin se libraría de Lima, la molesta y atarantada cabra blanca de Ariana, y aquello no podía hacerlo más feliz.

—¡Maggie! —Una pequeña castaña de solo cuatro años de edad observaba a su hermana mayor bajando las enormes escaleras de la mansión con dificultad.

—B-buenos días, Ari. —Saludó la niña, ocupada. Ariana abrió bien los ojos al ver que tropezaba. Kitten chocó contra sus maletas y rodó por las escaleras, lo cual provocó que Ariana chillara y corriera hacia a él. Maggie chilló también.

—¡¿Qué es este alboroto?! —Exclamó Isobel apareciendo en el vestíbulo. Maggie recuperó el aliento al ver que Ariana frotaba la esponjosa cabeza gris de Kitten (quien ahora yacía en sus brazos sano y salvo) con dulzura. Su mirada rápidamente se posó en su abuela, quien la observaba con severidad.

—N-nada, abuela. —Los ojos de Maggie se apartaron de los de la mujer y volvieron a posarse en su equipaje. Estaba por intentar arrastrarlo de nuevo cuando un hombre alto, delgado y de cabello canoso entró también en la estancia.

Inmemorables Recuerdos {Harry Potter/MMAD}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora