Capítulo Veinticinco.

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La niña milagro había hecho desastres, la niña milagro era malvada, la niña milagro me odiaba. La niña milagro era mi hermana capaz de lastimar a todos para conseguir lo que estaba buscando.

En un momento observé a esa mujer que tenía el mismo apellido que yo, pero era tan diferente a mí en muchos sentidos. Esa chica me devolvió la mirada y vi a un ser humano realmente malvado. No me hizo ningún gesto extraño, no me miró mal, ni siquiera una acción salió de su cuerpo, pero eso confirmó lo mal que estaba todo en Lisa. Mi hermana había perdido el control de sus actos y su avaricia la llevaba a cometer locuras que podían catalogarla como una persona enferma.

Era una persona que daba miedo y no porque demostrara algún tipo de acción que lo hiciera, sino porque su mente era capaz de llevarla a crear todo tipo de situaciones que le daban miedo a cualquiera. Lisa quería algo y movía el mundo para tenerlo, no le importaba. Era un huracán, que buscaba acabar con todo a su paso solo para demostrar que había pasado, para que todos recordaran las tragedias que había hecho. Lisa no estaba loca, simplemente había perdido por completo el eje de su vida.

La miré queriendo entender qué buscaba, qué era lo que quería. ¿Quería a mi novio? ¿Quería mi vida? ¿Quería ser feliz? ¿Qué quería Lisa?

No permitió que estuviéramos solas como para que yo pudiera hacerle esa pregunta que me hacía con tanta insistencia en mi cabeza. ¿Qué era lo que quería mi hermana?

—¿Estás bien? —me preguntó Nick de la nada y yo levanté la cabeza para mirar a algo que no fuera el suelo luego de unas largas horas. Se sentó a mi lado y me dejó un vaso de café en las manos, haciéndome sonreír por su lindo gesto—. Imaginaba que querías café, lamento que no sea Starbucks...

—El café de Inglaterra es muy feo —me quejé sincera abriendo la tapa para ponerle un poco de azúcar para pasar el mal sabor que solía tener. Nick se rió y se sentó a mi lado en aquella silla incómoda del hospital—. Estoy bien, gracias.

Nos quedamos en silencio mirando la nada, escuchando los sonidos del hospital alrededor nuestro y perdiéndonos en nuestros pensamientos. A lo lejos alguien había puesto una radio y escuchaba una canción de moda sobre quemar a un amigo que no conocía, pero no ayudaba tampoco en mis pensamientos tristes.

—¿Cuánto crees que le costará a mi familia cancelar este casamiento?

—Que raro tú pensando en dinero —bromeó Nick y dejó una mano en mi espalda, para luego acariciar aquella parte de mi cuerpo y dejar un sinfín de sensaciones que no estaba preparada para sentir en ese momento—. ¿Sabes cómo se encuentra tu hermana?

—Bien, todo esto es un circo que está haciendo. No creo que le haya sucedido nada.

—Sería terrible si fuera así —comentó él y suspiré cansada, sin saber qué pensar de mi hermana.

Me puse de pie de un salto sin querer cuando Thomas apareció en la escena y mi primer instinto fue abrazarlo con fuerza. Era mi otra mitad, mi amigo en las malas y en las buenas y me di cuenta, cuando me cubrió con sus brazos, que me necesitaba. Enterró su rostro en mi cuello y yo le di la misma caricia que Nick me dio en la espalda. Lo escuché suspirar lentamente y luego se alejó, observandome como si solo estuviera yo en ese lugar.

—¿Podemos hablar afuera? Necesito hablar en privado.

Miré a Nick, que frunció el ceño al instante y me sorprendió su actitud casi recelosa de lo que estaba pidiendo Thomas en ese instante. Lo miré confundida, queriendo entender su manera de comportarse cuando negó con la cabeza como si él tuviera la capacidad de hacerme cambiar de decisión.

Quiero robarme al novio [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora