Capítulo Treinta y uno.

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No esperaba un final como ese de ningún modo, pero no podía dejar de sentir que habían terminado las cosas con Nick por más que quisiera demostrar lo contrario. Me quedé varias horas en la habitación sin querer hacer nada, ignorando mi teléfono y llorando como una niña en mi cama. Por un momento pensé que se había acabado todo ahí, que ya no tenía sentido seguir sin saber hacia dónde dirigirme.

Por mucho tiempo había sido una mujer que sabía lo que quería y no me importaba lo que estaba en mi camino para lograr mi cometido. Había terminado mi carrera con grandes notas y al poco tiempo había encontrado trabajo. El esfuerzo había sido mucho, pero me había encargado de lograr mi cometido y había logrado ser quien quería ser. Sin embargo, en la cima esperaba aplausos y sonrisas de mi familia y no recibí nada. Cuando rechacé a Thomas solo me encontré con gente decepcionada de mis acciones en vez de estar contentos por lo que había hecho. Era una mujer profesional en un mundo lleno de hombres y aun así a nadie le pareció importar.

Yo era todo lo que había soñado ser y a nadie parecía importarle.

Yo quería ser aceptada en mi familia, quería que me felicitaran como lo hacían con Lisa y recibir la misma atención que tenía mi hermana solo con respirar. ¿Por qué no lo podía conseguir? ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué no podían quererme?

Estuve un largo tiempo pensando en todo lo que había sucedido en mi vida, reproduciendo en mi cabeza situaciones que nunca pasaron como yo deseaba y al final terminaba decepcionada y amargada. Me había vuelto esa chica triste que no tenía lo que estaba buscando con tanta necesidad y no había avanzado más en la vida debido a eso.

Pero, ¿por qué necesitaba tanto la aceptación de mis padres? ¿Qué buscaba de ellos? Cariño, seguramente. Yo no era la chica milagrosa y jamás lo sería. Era gracioso pensar que Lisa quería robarme a mi cuando yo quería ser ella. Era una guerra eterna y nunca iba a terminar, todo lo contrario.

Recordé a Nick y las palabras que me había dicho, pero yo me negaba tanto a escuchar. En mi cabeza no entraba de ningún modo la idea de ser una mujer increíble, aun así no podía dejar de escucharlo en mi cabeza.

¿Y si lo era?

Fruncí el ceño al comprender que me estaba dejando caer en un pozo negro de depresión y angustia porque estaba comprendiendo algo: nunca iba a conseguir ser lo que mis padres querían que sera por una simple razón: no lo era. Yo no era Lisa, yo no era su copia y jamás iba a serlo. Estaba lejos de serlo, de hecho. No iba a ser la chica perfecta que solo vive por el matrimonio y la familia, yo tenía muchas aspiraciones además de esas y me encantaba tenerlas. Sí, seguramente iba a casarme y tener una pareja, pero cuando estuviera lista. No cuando mi familia lo impusiera o mi novio.

Y yo era increíble, ellos me habían hecho creer lo contrario. O yo mismo. No lo sabía. Pero comenzaba a entender que no podía seguir deseando que los demás me quisieran, ellos tenían que aceptarlo. Ellos tenían que entender que tenían dos hijas muy diferentes y que nunca iban a ser iguales, cada una iba a tener diferentes ideas y sentimientos.

Me levanté de mi cama, finalmente, me vestí con lo más simple que tenía y bajé al desayuno que estaba comenzando en el comedor del hotel. Lisa estaba impecable contenta de saber que su boda iba a seguir a pesar de todo el caos y mi familia comía en silencio sin muchos ánimos. Había sucedido algo, pero tampoco me interesaba quedarme a escucharlo. Había decidido que esa era mi última comida con ellos. Tenía cosas que hacer y no iba a quedarme a ver como mi hermana se casaba. La familia era importante, eso me habían dicho toda la vida, pero esas personas me habían abandonado hacía tiempo y no quería seguir para ellos.

—Buenos días, familia —saludé mientras me sentaba frente a ellos y llamaba la atención de todos los presentes. Lisa se tensó por completo cuando me vio y vi como Thomas levantaba la mirada del teléfono—, gracias por venir a mi cuarto a fijarse como estaba luego de lo sucedido de ayer.

—Nicholas me avisó de tu estado —me interrumpió mi padre cuando yo di a entender que a ellos les importaba poco y nada mi vida. Puse los ojos en blanco mientras le daba un sorbo al vaso de jugo que tenía frente a mi y mantenía la mirada con una Lisa nerviosa por lo que parecía que iba a decir. Me conocía, por supuesto que iba a soltar un palabrerío—. Antes de irse.

—¿Nicholas se fue? —preguntaron mis tías al mismo tiempo, seguramente angustiadas por no tenerlo cerca. Suspiré, tratando de ignorar esos celos que me invadieron por un momento.

—Sí, Nicholas se fue —avisé y dejé el vaso en la mesa antes de aclarar mi garganta—. Y yo también voy a irme. Hoy mismo.

Mi padre no soltó una palabra, se quedó en silencio mirándome fijo aunque yo no le devolví la mirada en ningún momento. No quería decepcionarlo, pero tampoco podía vivir toda mi vida esperando su aceptación. No siempre nuestros padres iban a estar contentos de nuestras decisiones y yo finalmente lo comprendía.

—No puedes irte, Allison —me dijo mi madre y yo la miré atentamente—. Faltan horas para el gran día de tu hermana y has hecho un escándalo toda la semana... lo menos que puedes hacer es quedarte.

—¿Yo he hecho un escándalo? ¿Yo le he robado el novio a mi hermana? ¿Yo he mentido un embarazo? ¿Yo he engañado a mi novio? —les pregunté sorprendida y ellos se quedaron en silencio sabiendo que yo tenía razón—. Lisa ha llegado muy lejos y no me parece justo seguir en este circo. No quiero permanecer más en este show, creo que ha ido muy lejos y es hora de marcharme. Ayer Nick me dijo que se iba porque yo no podía seguir adelante y tiene mucha razón. No puedo aceptar que no soy como ustedes quieren, me duele todos los días de mi vida... pero no quiero quedarme más tiempo viviendo esto. No soy quien ustedes quieren, jamás lo seré y... ¿saben qué? Tampoco me importa. Soy la persona que soy y esta es mi mejor versión. Estoy contenta, estoy feliz y me gusta. Por muchos años me hicieron sentir que no era suficiente... pero eso se acaba ahora mismo.

La sorpresa estaba en el rostro de todos, sobre todo en el de mi hermana que no podía creer que finalmente dijera esas palabras. Yo me sentía bien, me sentía grande y capaz de todo lo que me propusiera.

Escuché que alguien aclaraba la garganta y vi que se trataba de mi padre. Por un momento me di cuenta que iba a regañarme y temí por mi vida, porque era lo que menos quería en ese momento. Lo quería demasiado como para angustiarme de ese modo, pero entendí que no podía seguir siendo su niñita.

—Nadie te quiere en esta boda, Allison —soltó Lisa de la nada, sorprendiendo a todos los presentes—. Te invitamos porque nos das pena... yo no te puse en mi lista de invitados.

—Lo que le estás diciendo a tu hermana es una falta de respeto, Lisa —dijo mi padre finalmente, defendiendome—. He soportado todo esto y no me parece justo que tu hermana se vaya... la has tratado mal y hemos dejado que lo hagas. Me parece que es hora que le pidas perdón a tu hermana, Lisa.

Mi hermana se quedó en silencio total, sin saber que decir y por un momento no pude creer que estaba dudando al decirme esas palabras. Sin embargo, se levantó de la mesa sin ser capaz de pedirle perdón a su hermana. Me di cuenta que no había nada más para mí ahí. Le di un beso a mi padre y subí a mi habitación dispuesta a marcharme sin más. Escuché que Thomas me llamaba, pero decidí ignorarlo por completo porque yo ya había terminado con él de todas las maneras posibles.

Era hora de vivir mi vida sin depender de la aceptación de los demás.

Quiero robarme al novio [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora