7.- Un gato sin sonrisa (3ª parte)

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El dibujo era increíble. La figura estaba de pie mirando por una ventana con una metrópolis a sus pies. Todo tenía una precisión en el detalle y en el trazo que parecía milagrosa. La ciudad que se veía parecido un hormiguero que bullía actividad y el personaje...

-Joder... ¡Está para comérselo! -exclamó Alicia con los ojos muy abiertos mirando el dibujo que tenía entre las manos.

-Estás enferma -masculló Clara poniendo los ojos en blanco-. Acaba de dibujar eso. No sabe escribir pero sabe dibujar así, ¡es increíble! Y tú solo te fijas en que el tipo está bueno.

-Muy bien dibujado, Ches -dijo Alicia revolviendo el pelo del joven.

-¡No es un perro! -protestó Clara de nuevo.

-Cálmate, mujer, solo bromeaba -dijo ella. Era fácil y divertido hacer enfadar a Clara, dio otro sorbo a su taza de café y se acurrucó en el sofá que todavía tenía las mantas y los cojines de la noche anterior.

La verdad era que el dibujo era increíble. Pero la asombrosa vista de la ciudad se perdía completamente cuando te atrapaba el magnetismo que emitían los ojos de ese extraño que la contemplaba a través del papel.

-¿Quién es? -preguntó a Cheshire. Este negó con la cabeza y se encogió de hombros-. ¿Tu hermano? -Una nueva negación-. ¿Cómo puedes saber que no es tu hermano si no recuerdas quién es? -Él no contestó pero desvió la mirada. ¿Eso era rubor? ¿Ches se había sonrojado? Alicia ahogó la risa. «¡Pobre Clara!», pensó- Entiendo -dijo, haciendo verdaderos esfuerzos para no hacer un chiste al respecto. «Ya lo dicen: si parece demasiado perfecto...».

-Buenos días a todas -dijo su padre bajando las escaleras que llevaban a la torre-. Gracias, cielo -dijo cuando Clara le sirvió una taza de café-. ¿Qué tal has dormido, chico?

-Ches ha hecho un dibujo muy interesante -dijo Alicia y le pasó la libreta sin reprimir el tono burlón. Su padre se atragantó con el contenido de la taza al verlo.

-¿Lo has hecho tú? -preguntó mirando al joven-. Bueno, es... es Galileo, eso está claro -dijo.

-¿Cómo lo sabes? -preguntó Alicia extrañada-. Nunca has salido de Verdara.

-Tampoco he estado en la Tierra y sé cómo eran las pirámides de Egipto. Se llama cultura, Alicia, y sirve para más cosas que ganarte al trivial. Esto es la Plaza Central de Galileo pero vista desde arriba. Desde alguno de los edificios... creo que uno es un hotel. Caro, por cierto. Seguro que carísimo -añadió casi para sí. Pero eso no venía de nuevo, ya sospechaban que Ches tenía que ser rico, después de todo, era de Origen-. Y el hombre... lleva el uniforme de Seguridad Interorbital -observó. Alicia se inclinó para verlo mejor, pero era cierto, no cabía lugar a dudas-. Y por las marcas del cuello, no se dedica a poner multas precisamente.

-¿Un jefazo?

-Cinco insignias -le indicó.

-Vaya -suspiró Alicia empezando a sentirse muy tonta-. Yo vi el dibujo y solo vi a un hombre guapo. Pensé que era su... -No continuó la frase pero hizo una elocuente pausa- Y puede que sea su jefe o el que le metió allí dentro o...

-Sea lo que sea -dijo su padre-, es un punto para empezar a buscar. Si logramos encontrarle puede que sepamos quién es él. Intentaré describírselo a Beth, a lo mejor puede empezar a buscar algo. Quizá podría localizar el hotel o incluso hablar con Seguridad. Mientras tanto, deberías trabajar en el proyecto de viabilidad de la mina, ¿no te parece? -No había acabado de hablar cuando ya había desaparecido dibujo en mano por las escaleras que llevaban al pequeño cubil del faro.

Nadie es perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora