1-Nadie es perfecto (4ª parte)

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«Esclavo», había dicho, fruto de la excitación del momento.  Ahora, el atento escrutinio de esos ojos negros le ponía nervioso. Estaba solo en el medio del saló. Nadie había apartado la mesita y se había acomodado en un sillón, expectante, estudiando cada pequeño gesto que hacía. Zero se sentía observado y, aunque todavía no había empezado a desvestirse, se sentía muy incómodo.

—Estás temblando —observó Nadie, poniendo voz a la evidencia—. ¿Sigues nervioso? A estas alturas ya deberías haber aparcado la vergüenza.

—Es... diferente —dijo agachando la cabeza para evitar que se hiciera más patente el rubor que se extendía por sus mejillas.

—No te he pedido nada retorcido, Zero —bromeó Nadie, sus ojos chispeaban divertidos, parecía encontrar muy graciosa toda la situación—. Solo quiero que te desnudes para mí. Aquí no hay nadie más.

—Debo parecer muy ridículo —dijo él, acompañando sus palabras con una risa ligera. No estaba enfadado. En realidad, él mismo intentaba encontrar un motivo para su timidez. Sus manos temblaban cuando empezó a desabrocharse los botones de la camisa. «No han dejado de temblar desde que le vi por primera vez», recordó, y ese recuerdo le hizo esbozar una sonrisa en el mismo momento que su camisa caía al suelo.

—Falla algo —comentó su amante.

—¿He hecho algo mal? —preguntó sin entender.

—Lenguaje corporal —le explicó—. Tienes el cuerpo más perfecto que la ciencia puede conseguir. Tienes que saberlo y tienes que actuar en consecuencia. No todos se pararán a escuchar tu historia. Tienes que demostrar que tu cuerpo es perfecto sin decirlo. Tienes que hacer que lo sepan.

—¿Por qué? —dijo Zero frunciendo el ceño. Algo le decía que eso tenía poco de juego sexual. ¿Qué demonios pretendía Nadie? El mantenía su postura, sentado en el sillón con las piernas cruzadas, le contemplaba como quien contempla un cuadro o una estatua y elabora una crítica—. No entiendo este juego —repuso. Y se agachó para recoger su ropa.

—No hagas eso —dijo Nadie  negando con la cabeza—. Dijiste que tu cuerpo no venía con manual de instrucciones, permíteme que te enseñe cómo funciona.

—Creía que se trataba de sexo —murmuró. No es que no agradeciera lo que Nadie intentaba hacer, quizá había sonado demasiado decepcionado, pero el recuerdo de la noche anterior todavía era muy vívido y los encuentros que se habían sucedido después... Su cuerpo vibraba anticipando un momento que no hacía más que demorarse. Se sentía frustrado y un poco enfadado, pero eso daba igual, ¿no?

Nadie seguía estudiándole, parecía pensar en mil cosas al mismo tiempo y ninguna parecía coincidir con lo que tenía él en mente.

—Siéntate en esa silla —dijo, y aunque no lo ordenó, Zero no se planteó desobedecerle. Cogió el taburete y se sentó con aire pesaroso, soltando el aire en un largo suspiro—. Ahora tienes que decirme lo que quieres hacer pero sin hablar.

—¿Sin hablar? —se sorprendió—. ¿Y cómo quieres que te lo diga?

—Encuentra la forma de hacerlo sin levantarte de la silla y sin decirlo en voz alta.

—¿Puedo hacer gestos? —preguntó, pero su cuestión despertó la risa de Nadie.

—Puedes hacer gestos —concedió con una sonrisa—, pero procura ser sutil. Imagínate que estás en el restaurante, rodeado de gente. Tienes que captar mi atención pero no la suya. ¿Cómo lo harías?

Zero frunció el ceño, no tenía ganas de juegos o, al menos, de ese tipo de juegos. Agitó la cabeza e intentó meterse en situación, en el restaurante, con gente... Cerró los ojos pero al hacerlo, recordó las palabras de Nadie minutos antes: «Se oye mejor con los ojos cerrados», y lo que siguió a esas palabras. Su cuerpo ardía, ardía y temblaba como la llama de una vela. Alzó la mirada y clavó sus ojos en los de Nadie. ¿En qué estaría pensando? Sin duda en su ejercicio, en que él seguiría intentando captar su atención en un bar lleno de gente cuando la realidad era que en su mente hacía tiempo que ya había captado su atención y se ocupaban de cosas más interesantes que mirarse desde los extremos opuestos del salón.

Nadie es perfectoWhere stories live. Discover now